Luces y sombras

    13 jun 2023 / 09:43 H.
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    Durante los últimos días e, incluso, semanas, encontramos en la prensa económica, de la que soy un asiduo lector, titulares de la siguiente guisa: “La llegada de turistas registra el mejor mes de abril de la historia” —Cinco Días)— “Los supermercados buscan a más de 20.000 empleados para el verano —Expansión—, “El Impuesto sobre Sociedades y el IRPF impulsan al alza la recaudación un 5,5 por 100” —El Economista—, “El gobernador del Banco de España prevé que la renovada fortaleza del euro enfríe la inflación” —Expansión—, “La gran banca gana 5.696 millones de euros, un 13,9 por 100 más” —El Economista—, ”El mercado laboral alcanza un récord de 20,8 millones de ocupados” —Cinco Días—. Podría seguir con decenas los titulares que nos trasladan que la economía, particularmente la española, y en menor medida la europea, han conseguido espantar el fantasma del “apocalipsis” que nos parecía amenazar al finalizar 2022. En aquellos momentos —hace menos de seis meses— la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, nos decía que: “2023 será más duro que el año que dejamos atrás para gran parte de los países del mundo... hasta el punto de que la existencia de una desaceleración simultánea provocará que un tercio de la economía mundial entre en recesión”. En la Eurozona Georgieva acertó.

    Si nos centramos en España, comprobamos que hay razones más que evidentes para albergar un mínimo optimismo para el año en curso. Así, por ejemplo, la Comisión de la Unión Europea (UE) prevé que la economía española crezca un 1,9 por 100 en 2023, casi el doble de la media europea (1,0), estimación coincidente con la de la CEOE (empresarios), y por encima de Francia (0,7) o Alemania (0,2). Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es decir los países más avanzados, prevé un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) español del 2,1 por 100 en 2023, más que la media del conjunto de estos países (1,4). Si nos detenemos en el mercado de trabajo, las estadísticas oficiales nos ponen de manifiesto que al finalizar mayo la afiliación media a la Seguridad Social alcanzó 20.815.399 personas, cifra jamás conocida en nuestro pasado. Por su parte, la inflación, el temible Leviatán —monstruo— que acecha a la economía europea, se ha situado en mayo en el 3,2 por 100 —estimación adelantada—, mientras que la oficina estadística de la UE (Eurostat) eleva la media europea al 6,1 en dicho mes —Austria está en el 8,7; Italia en el 8,1 y Alemania en el 6,3 por 100—. Hasta aquí las “luces”.

    Por lo que a las “sombras” se refiere, podemos empezar por la deuda pública, que en marzo —último dato conocido— se alzaba hasta los 1,535 billones —con “b”— de euros, equivalentes al 113 por 100 del PIB, lo que viene ocasionado por un déficit de las administraciones públicas alimentado por las políticas anticrisis implementadas. Puesto que la inflación sigue en niveles excesivos, muy por encima del objetivo del 2 por 100 de la política monetaria del Banco Central Europeo, los tipos de interés han venido creciendo ininterrumpidamente —desde julio pasado hemos sufrido siete subidas—, hasta situarse en el 3,75 por 100, a la espera de que pronto pudieran elevarse hasta el 4 por 100. Obviamente, esto encarece las hipotecas —subidas del Euribor—, el crédito al consumo y los préstamos a la inversión. Asimismo, acabamos de conocer que Alemania y la Eurozona han entrado en recesión técnica —evolución negativa de su PIB durante dos trimestres—. Al respecto, podemos recordar aquello de que “cuando Alemania estornuda, muchos países pueden coger una pulmonía”. Esperemos que no nos llegue el contagio.

    Al día de hoy, pero la economía es muy cambiante, no me cabe duda de que el apocalipsis que algunos vaticinaban no nos ha llegado. Asimismo, la economía española marcha razonablemente bien en términos macroeconómicos, aunque con amenazas evidentes para las familias por los altos precios de los alimentos, la elevación de los tipos de interés que encarecen sus hipotecas, así como por las incertidumbres asociadas a la guerra en Ucrania.

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