Los Santos Inocentes

Después de estas noches buenas, después de estas felicidades consensuadas para gloria y menester de los grandes mercantilistas, con todas la luces que debiera tener el ser humano siempre, y nunca en un tramo de tiempo segmentado. Tendremos que ser felices ahora, incluso con Jaén y sus circunstancias, después Dios dispondrá, como decían nuestros viejos muertos y dispuestos. Seremos Jaén siempre, seremos el Jaén eterno que nos escribe desde sus nostalgias y verdades Francisco Latorre y nos dibuja Juan Eduardo, como también seremos la cáustica estampa, genial y cariñosa que nos trasmite o nos trasmitió Juan Carlos Contreras. Seremos, sin ser nunca perfectos, una pipirrana mágica, el imperio de la inocencia, con muchos payasos geniales y muchos fantasmas de pacotilla. Nos tocó la lotería de la aceituna, la mirada antigua que tenemos por la sangre que responde a la supervivencia como estigma. Tenemos mientras podemos la sabiduría de los que se van sin saberlo. Tan sólo nos falta la geometría, el álgebra, la matemática, el cálculo, la estadística, para ser unos perfectos gilipollas. Unos inocentes casi santos.