Los salesianos en mi vida

    16 dic 2020 / 17:27 H.
    Ver comentarios

    La comunidad salesiana ha empezado a celebrar sus cincuenta años de presencia en Jaén. Fue en el año 1970 cuando llegaron para quedarse y, unos años más tarde, tuvieron tanta influencia en mi vida que mi sensación era que llevaban aquí desde siempre. Recuerdo perfectamente las misas con el padre Larena, a las que acudía siendo niño, junto con mis padres, en la capilla de María Auxiliadora. De joven, tengo imágenes grabadas en mi memoria de numerosas experiencias con Pepe, el cura, otro salesiano que me acogió en la comunidad de tal forma que puedo decir con alegría y satisfacción que su presencia en mi vida fue un regalo del Señor, decisivo en mi formación y educación. Las misas en el centro juvenil Domingo Savio, en el Polígono del Valle, estaban llenas de vida y alegría. Allí festejé mi confirmación; allí he vivido numerosas celebraciones de tiempos fuertes que me han forjado como cristiano, allí sentí la solidaridad; y descubrí el primer Cristo resucitado detrás de un altar, entonces empecé a entender mejor al Cristo crucificado. Con este artículo quiero mostrar mi agradecimiento por todo lo bueno que me ha transmitido la congregación salesiana, especialmente en mis años de juventud. Agradecimiento que estoy seguro que sienten tantas y tantas personas que nos reuníamos en torno a la comunidad parroquial. La vida me ha permitido seguir en contacto con algunos de aquellos jóvenes, hoy ya adultos, reconfortados por lo mucho que allí vivieron. En las eucaristías con los salesianos gocé de lo que es compartir la homilía del Evangelio; en sus salones parroquiales empecé a disfrutar de la música cristiana; pero lo más importante, lo que más llevo grabado en mi corazón, es la experiencia de comunidad cristiana compartida en esos años decisivos de mi vida, que me ha forjado como persona y que, sin duda, también ha contribuido a evitar caídas; y cuanto he caído, también sin duda, me ha ayudado a levantarme. Mi más sincera enhorabuena por estos cincuenta años, con inmensa gratitud y esperanza, porque el resto de mis días siempre estarán marcados por la influencia salesiana.

    Articulistas