Los políticos: nuestro espejo

Hay descontento con la actuación política. De hecho, sobre esta acción, los calificativos podrían convertirse en una extensa enumeración de impresiones, juicios, pensamientos. Todo ello para llegar a una conclusión rayana en la preocupación, e, incluso en la indignación. El tiempo que nos ha tocado vivir, un tiempo sin seguridad, libertad ni certezas, convulsiona nuestro mundo, ese que creíamos perfecto, cómodo y casi superior a todo lo imaginable. Qué peligrosas generalizaciones. No obstante, lo que se denomina “clase política” (tiene miga eso de la clase) proviene de la sociedad. Aquellos que elegimos para que nos gobiernen son vecinos, compañeros, amigos, conocidos nuestros. Por lo tanto, actúan como actuamos cada uno de nosotros. No puede ser de otra manera. Son el espejo de la sociedad, si bien podría razonarse al contrario de esta afirmación expresando que la sociedad es su reflejo. Por mi parte, opto por la tesis que planteo. Y, como ejemplo, nos aferramos (salvo excepciones) a la mínima cuota de poder que recibimos. Y si yo no tengo el poder, me empeño con afán hasta que socavo el poder de quien lo ostenta. En todos los ámbitos. Luego, ¿qué esperamos?