Los evangelios

09 may 2025 / 08:49 H.
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La muerte del Papa Francisco no ha dejado indiferente a nadie del mundo de la Iglesia, ni fuera de ella. La suerte está echada y ahora los ministros de la iglesia debatirán en un duro y previsible Cónclave (con llave, a puerta cerrada), cual será el próximo Pontífice que dirigirá a tantos millones de creyentes en el mundo.

Aunque ha habido mucha contestación a la personalidad, hechos y posicionamientos del Pontífice Francisco (sobre todo desde el seno de su propia Iglesia compuesta por tendencias conservadoras y progresistas), a nadie le pasa desapercibida su posición ante la igualdad, la pobreza, la injusticia, la guerra, la avaricia, la ira, la ayuda ..... Francisco ha sido el Papa con menos diplomacia vaticana de todos los tiempos. No vino a ser diplomático, vino a tratar de abrir la Iglesia a todos aquellos marginados y expulsados de nuestro sistema. No tuvo pelos en la lengua para posicionarse hasta el extremo de poner su propio papado en peligro.

Nunca olvidó a los pobres y a los que sufren. Por ello criticó — y le valió poderosos enemigos — a los líderes que olvidaban, o no hacían suficiente para los que lo necesitaban. Es, al mismo tiempo, una referencia moral para los que tienen una mente abierta y creen en la apertura de la Iglesia, (decir esto del líder de la Iglesia Católica, no es poco); naturalmente tenía sus límites doctrinales, pero ha abierto más las conciencias al mensaje evangélico, que la mayoría de sus predecesores; al menos así lo creo yo.

Rechazado por unos y amado profundamente por la mayoría, su muerte ha dejado un vacío espiritual.

Cuando el cortejo fúnebre salió del Vaticano para recorrer las calles de Roma, dio una muestra más de su mensaje. El féretro sencillo, la pequeña cruz y Los Evangelios encima del mismo, abiertos, para que todo el mundo lea. Ahí está el mensaje de Cristo, ahí están los hechos que deben de adornar a todo buen cristiano, ahí está el primitivo mensaje de Cristo para que fuese la piedra , la base para la creación de la Iglesia. Francisco I hizo buena la máxima de San Mateo: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir ...”.

Descanse en Paz.

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