Los colores

19 sep 2019 / 09:21 H.

Cuando Dios creó en el primer día la luz, sería porque estaba convencido de que era una de las cosas más hermosas y vitales para la vida. Con la luz nacieron los colores para hermosear los paisajes y hacer agradables los elementos que nos rodean. Los colores forman parte del pensamiento humano y cada hombre y cada mujer tiene su color preferido buscando en ellos la identidad de su patria, su manera de vestir, la decoración de su casa, la elección de los equipos predilectos e incluso de los partidos políticos. Los colores distinguen pero no son responsables del uso que se hace de ellos. Ellos cumplen dándole color a la vida. Los colores se juntan para dar armonía, hermosura, fantasía y crear arte como podemos disfrutar en tantas obras de los grandes pintores. A cada color le dimos su nombre y su significado. Son tan expresivos que los políticos no dudaron en definir a sus partidos con un color concreto. Tenemos los rojos, los azules, los morados, los naranja, los verdes, etcétera. Pero estos colores rara vez dan respuesta a las necesidades vitales que tienen los pueblos. Es casi imposible que estos colores partidistas se junten, se mezclen, para dar más luminosidad y más ilusión a quienes los eligen y, menos, a los que no los eligen. Pedro Sánchez ha querido que el rojo predomine sobre todos y se ha quedado empalidecido al no permitir que se llegara a un pacto armonioso que, si no despertaba demasiada esperanza, al menos sirviera para que nuestro país se pusiera en camino de conseguirla. Ya ven que los colores, en política, no se mezclan con facilidad. Falta talento para conseguir que esa mezcla sea armoniosa.

Hablando de colores y del rojo, parece que a la alcaldesa de Móstoles no le ha cubierto la cara el color sonrojado que suele aflorar cuando la vergüenza brilla por su ausencia. Noelia Posse es otra más de esta clase política que cree que el poder es para administrarlo a su antojo, utilizando el nepotismo descaradamente. Ella tampoco sabe distinguir el gobierno del mando. Gobernar es tratar de hacer las cosas bien, de manera que beneficien a todos los ciudadanos, y mandar es hacer lo que le da la gana a cada quien beneficiando a sus familia y allegados. Es verdad que la alcaldesa ha retirado esa ganga de empleo que dio a su hermana y su tío ha renunciado a la prebenda. Ella sigue ahí, sin inmutarse y sin sonrojarse. A lo mejor no entiende de colores.