Los brazos de un pueblo
Creo que los edificios que destacan en un pueblo pequeño son la iglesia y el Ayuntamiento. Si tiene problemas el último, todos esperamos que los solucione la administración; pero si los tiene la iglesia, los hacemos cosa nuestra. Buscamos cualquier forma de arrimar el hombro para ayudar. Y es que las cosas de Dios van por otro camino. Van por el camino de los sentimientos y la voluntad. Esa voluntad que ha hecho que en la reciente Semana Santa, nuestro Santísimo Cristo de la Buena Muerte haya llenado nuestras calles de categoría y majestuosidad. Esa voluntad que no consintió que la procesión de la Borriquita se volviera por no tener quien la llevara. A nadie se puede obligar a colaborar, por eso, cuando vi los brazos de nuestros jamilenúos y jamilenúas levantando al Cristo en el encuentro con la preciosa Virgen de los Dolores, pensé que guardaría esa imagen para siempre. Y pensé cuánto tenemos que agradecer a todas las personas que a diario y en las situaciones extraordinarias, trabajan para los demás. Que se merecen una escalera de gracias que llegue a lo más alto. Se la merecen por su generosidad y disponibilidad. Jamilena ya no solo es chiquita y bonita. Jamilena es valiente.