Los aires de Jaén

    09 oct 2021 / 14:49 H.
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    Que el aire Jaén tiene fama desde la antigüedad hasta nuestros días, nadie lo pone en duda. Don Alonso de Freylas fue un médico de Jaén que puso un sanatorio adosado a la iglesia de San Félix o San Eufrasio y al pilar de la fuente de Don Diego. Qué duda cabe, que este doctor fue pionero y benefactor de los ciudadanos que padecían las patologías producidas por el aire de Jaén. Un aire, a veces, como un devastador ciclón que todo lo arrasa a su paso por donde siga su rumbo. La cruz del Castillo y las puertas gruesas de la Catedral las abrió o la derribó según fuera su caprichoso y devastador antojo. Cuando el aire cambia de carácter, nuestro cuerpo se levanta como una guitarra con las cuerdas rotas. El viento granaíno disloca el buen funcionamiento del cuerpo alma y la mente. Este maldito viento es un diablo, y con el rabo, no es que mate moscas con el rabo, es que, encima al olivo y otros productos del campo, los secan o no sirven para que sean rentables los negocios del agro. Ya lo dice la doctrina cristiana, hasta los aires de Jaén, tan propensos a quitarte el sombrero como alzar las enaguas a esa pudorosa mozuela que se atreve a transitar por la ventosa calle Campanas. El aire de Jaén, quien lo quiera, para él.

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