¡Lomce no!

09 nov 2016 / 10:32 H.

Me consta que una considerable parte de quienes formamos la comunidad educativa en nuestro país está harta de tantas leyes en este terreno (la séptima de nuestra democracia), sin que sirvan para mucho y sin que se cuente con el profesorado para reformarlas, que, cosa “lógica”, claro, se van derogando entre ellas, según quienes legislen y que, además, carecen de efectividad porque no cortan de raíz el verdadero problema de nuestras aulas. Es el caso de la Lomce que ahora se implanta, una “nueva panacea”, nacida sin consenso y en un escenario de recortes que se traduce, por ejemplo, en menor número de docentes, menos clases de refuerzo, una mayor ratio. Tampoco servirá para reducir el abandono temprano en una tasa de un 30%, muy superior a la media europea. Pero aquí nunca pasa nada. Borrón y cuenta nueva. No es ésta la ley que necesita España en ningún sentido. Tampoco es moderna, por lo que no se ajusta a los parámetros de la Unión Europea ni responde a las exigencias de nuestro siglo, ni, por supuesto, ofrece más recursos al servicio del sistema educativo, pero, ¡y digo yo!, ¿por qué de una vez por todas no se toma la educación como una verdadera prioridad en la agenda del Estado y que dejen de jugar con ella o con la sanidad como si de una pelota de ping pong se trataran? Se debería partir en el terreno de la educación de un pacto de mínimos por parte de todas y todos los parlamentarios, de todas las fuerzas políticas, y evitar la confrontación ideológica permanente en la que siempre estamos inmersos, porque esto va en perjuicio de toda la ciudadanía, aunque parece ser que no se enteran. Alguien decía que “un país sin cultura es un país sin identidad”, yo añadiría que desalmado y sin futuro. Parece que tampoco a los mandatarios les importa, al menos en exceso, que nuestros hijos, nuestras hijas, nuestros adolescentes tengan la formación adecuada y en la escuela pública, que es la que pagamos todos. Interesa en nuestra sociedad que cuanto menos formado se esté, mejor se nos maneja y esto se hace intolerable. Por otro lado, ¿qué aporta la Lomce en beneficio del profesorado? Nuestro gremio adolece de una buena ley, pero esto ya daría para un capítulo aparte.