Lo que nos une

27 oct 2023 / 09:30 H.
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Sé que el enunciado o título de este artículo puede sonar fácilmente, como un acto de positivismo o buenismo, que ahora tan denostado está por la clase política y palmeros, no obstante viene que ni al pelo porque están a la orden del día las batallas, sean lingüística, de poder, ideológicas o de desprestigio del otro o de los otros.

Otra guerra más viene a conmover las conciencias, sentimientos y preocupación y produce susto por la pérdida de lo nuestro, por nuestro bienestar. Porque pone al aire nuestras vergüenzas como gentes que conformamos ese porcentaje pequeño de los que aquí vivimos mejor, que en el resto del mundo, tratando de avanzar en paz y prosperidad.

Guerra:” Lucha armada prolongada entre dos o más naciones; Lucha o disputa continuada entre personas, que puede dar lugar a actos violentos”. En definitiva, desacuerdos que se solventan con las armas como herramienta y no con la palabra, esencial para llegar a entendimientos.

Ya nos gustaría a muchos que, después de más de setenta años de guerra entre Israel y Palestina, hubiese dos estados acordando paz y sentados democráticamente en sus parlamentos para llegar a un entendimiento, que fue el objetivo buscado por las potencias vencedoras tras la Segunda Guerra Mundial. Al terrorismo hay que denunciarlo, condenarlo, repudiarlo y combatirlo en distintos frentes: prevención, tácticas disuasorias, intervención contra los violentos, pero desde luego que uno de ellos ha de ser siempre la palabra. No me imagino la desaparición del IRA ni de ETA sin las negociaciones entre las bandas terroristas y los sucesivos gobiernos. Por eso, utilizar las negociaciones como armas arrojadizas es, como poco, inmoral.

Desde que postulábamos los creyentes con las huchas para enviar dinero a las misiones, a los africanos, a los asiáticos, a los indios .... han pasado muchos años. Nunca entendí, ni desde mi visión de niña, por qué no teníamos los mismos derechos y vivíamos de manera más o menos igual, por qué había tanta hambre y necesidad si existía tanta riqueza en el mundo. Desde mi simpleza infantil y adolescente pensaba que era cuestión de repartir entre todos y así acabar con las guerras. Más tarde, al perder la inocencia de la infancia, caí en la cuenta de que era cuestión de ambición del poder a costa del hambre, infortunio y de la vida de nuestros semejantes. Así las cosas: el Derecho a defenderse es legítimo e incuestionable en cualquier caso, como también lo es el respetar e imponer los derechos humanos, en todos los enfrentamientos bélicos.

Israel, Palestina... tierras de nuestros ancestros religiosos, culturales y sociales. Tierras que se asemejan a nuestra Andalucía interior (Muñoz Molina dixit). Víctimas y verdugos a la vez. El desencuentro de unas Tierras Santas, en las que La Paz debería de ser su denominador común, y no el belicismo.

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