Lo más fácil

12 sep 2019 / 08:16 H.

Tener como norma de conducta el no complicarse demasiado la vida no es nada desdeñable ni mucho menos criticable. Siempre sería mucho mejor para todos hacer las cosas más fáciles, más comprensibles, más accesibles. Enredar las cosas suele ser un artilugio que emplean los liantes, a los que no les conviene decir las cosas claras y cantinflean sembrando dudas que no tienen la gracia que tenía Cantinflas. No cabe duda de que la nómina de encantadores del verbo para absorber y distraer la mente del prójimo es inmensamente superior a la de la gente sencilla que procura hacer las cosas más fáciles. Entre los malabaristas de la palabra absorbente están los banqueros, los aseguradores, los intermediarios y, por encima de todos ellos, los políticos. La de no ser claros es la mayor virtud de quienes ejercen la política. A veces se dicen mentiras por piedad, para no hacer daño, pero la avalancha de mentiras que salen de boca de los gobernantes está muy lejos de ser misericordiosa ni reconfortante. Hacen daño al ciudadano que sigue cegado poniendo su confianza en un partido determinado. Lo que está sucediendo en España es muy doloroso y hasta alarmante. Un presidente en funciones incapaz de llegar a acuerdos para apoyar su minoría y poder formar un gobierno que está haciendo falta a este país. Todo, porque Sánchez está extrañamente iluminado, yo diría que por sombras, y sólo piensa en su ego, igual que hace su posible socio, Pablo Iglesias. Entre gobernar y mandar existen fuertes diferencias, y estos políticos no pretenden gobernar sino mandar a su libre albedrío sin que nadie le pueda poner obstáculos. Hay ocasiones en que hacer lo difícil es más aconsejable y útil que salir del paso con lo fácil. Una plataforma jiennense ha sugerido celebrar en Jaén el “Día de la Limpieza Ciudadana”, o algo así, con la pretensión de que los ciudadanos limpien la ciudad una vez al año. Está bien como detalle, pero no sirve como solución para que nuestra ciudad deje de dar esa lamentable visión de suciedad. Lo que debería ponerse en práctica es lo difícil, o sea, que los ciudadanos fueran responsables, cultos, respetuosos, y no ensuciasen la ciudad durante 364 días al año y, el día que queda, que sea para celebrar su limpieza. Esto es muy duro, lo sé. Es más fácil romper fuentes, esculturas, bancos, farolas y pintar las paredes.