Lo malo es que no se vayan

28 jun 2016 / 18:30 H.

Club es una palabra inglesa que se utiliza en todo el mundo para definir una asociación de personas o entidades que se agrupan para desarrollar actividades en común. Para acceder a ser miembro de un club, todo aspirante externo a él, además de cumplir una serie de requisitos que suelen estar reglados en los estatutos, ha de pedir libremente el ingreso y conseguir la aprobación de los demás socios. Una vez que se ingresa en un club hay que actuar como un miembro más y respetar las normas que están en vigor. A veces surgen discrepancias entre los socios y se hace necesario negociar la interpretación de las normas e incluso el cambio de alguna de ellas para corregir disfunciones o intentar lograr mejores resultados para todos. Esas son las reglas del juego en democracia. A veces hay algún socio que se distingue por poner en cuestión todo aquello que no le conviene, no sólo las reglas sino la ecuanimidad y el trato igualitario. Ese socio, digamos que incómodo, que pretende hacer uso de la regla cuando le favorece y saltársela cuando a él le interesa, eso sí, abusando de la benevolencia y la buena educación de los demás. La Unión Europea es un club de Estados soberanos que aceptó como socio de pleno derecho al Reino Unido en el año 1973. Desde el primer momento hubo que poner excepciones a las normas generales para que el nuevo socio se sintiese cómodo, con el consiguiente deterioro de la convivencia entre todos. Este fue el primer error en una relación que ha sido siempre de desconfianza, tanto es así que para aprobar la entrada, ya en 1975 los británicos hicieron un primer referéndum. Ahora han vuelto a celebrar otro referéndum y han decidido marcharse, dejando la casa común y la suya propia hechas añicos. La reflexión final es muy sencilla, lo malo no es que se vayan, lo peor fue admitirlos en un club al que no querían pertenecer porque ellos jamás han valorado ser como el resto de Europa. Los hijos de Gran Bretaña nunca han sido muy europeístas. Conviene recordar todo lo anterior porque en España tenemos otros casos sobre los que podemos pensar y decidir con más elementos de juicio, valorando las consecuencias de este desencuentro a nivel europeo.