Lo de Tamames

02 mar 2023 / 17:30 H.
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Beas de Segura, 2003. Veinte años hace ya y parece que fue ayer. Dos buenos amigos, Vidal Pérez Herrero y José Luis Carrascosa (q.e.p.d.) nos pusieron en suerte al ilustre profesor y conseguimos que aceptase la invitación para participar en Biosegura. Estábamos convencidos —aquel flamante y animoso equipo de Gobierno— de que su presencia traería el toque académico que queríamos añadir a la feria bajo el lema general de “Propuestas para un Desarrollo Sostenible”. Ese mismo año se le había concedido al insigne catedrático y escritor el Premio Nacional de Economía y Medio Ambiente. Recién llegado de una cumbre en Kyoto, Carrascosa —otro genio de la economía y la comunicación— lo recogió en Barajas y nos lo trajo directamente a Beas. Tamames cobraba un dineral por sus conferencias, pero nos lo puso fácil y a mucho menos coste de lo habitual. “Eso sí, señor alcalde, placas y medallas, no quiero ninguna. Que ni sirven para nada ni tengo ya sitio donde ponerlas. ¿Qué tienen bueno allí?”. El título de su ponencia podría sonar raro por aquel entonces, “Globalización, desarrollo sostenible y ecoparadigma”, pero lo cierto es que con una brillante y sencilla exposición todo el mundo la entendió. Pudimos conocer en vivo a la que sigue siendo una de las cabezas más clarividentes de España y que tuvo un papel primordial en uno de los periodos más admirables de su historia: La transición democrática. Esa que desde el propio gobierno, tratan ahora algunos de emborronar. Después hablamos de todo un poco, lo mismo del subsidio agrario y del PER que de Santa Teresa y San Juan de la Cruz y de su paso por Beas. De todo sabía y por todo se interesaba. Por eso su aceptación como candidato en una moción de censura propuesta por Vox no me produce extrañeza teniendo en cuenta el recuerdo de su figura. Sin entrar en valoraciones sobre si es o no es conveniente, o sobre si la moción solo beneficia al Gobierno, o si se trata de una operación de imagen de Vox para robarle votos al PP, lo cierto es que su decisión es tan legítima como respetable. No faltaría más. Catalogar de show, mofarse del personaje en función de su edad o boicotear la moción como propone el joven iletrado Rufián pone en evidencia precisamente la falta de respeto al juego parlamentario. Los hay que cuestionan su trayectoria por falta de coherencia, sin pararse a pensar que la coherencia no tiene nada que ver con la obediencia a unas siglas, sino con lo que se es y con lo que se piensa en cada momento. De tal forma que el pensamiento evoluciona en la medida en que se enriquece el conocimiento. Lo raro no es que un señor de 89 años —nueve más que Biden y con mejor cabeza— vaya al Congreso a decir lo que piensa ante una situación que considera grave. Lo curioso, es que solo 15 de 350 diputados pasen de los 65 años. Y lo absurdo es que una sociedad desperdicie tanto capital de experiencia y sabiduría. No lo tiene fácil. Hoy en política se vende más por guapo que por sabio. Por la puerta grande no saldrá y no se si alguna oreja podrá cortar. Pero la faena no me la pienso perder. Contando —eso sí— con que algunos no acaben dando la “espantá”. Que todo puede pasar. Aquella noche la cena en el restaurante Avenida se alargó bastante. Al profesor la morcilla negra de Juan de Dios le encantó. Y eso se llevó. El aceite, las morcillas y nuestro sincero aprecio.

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