Llega la Navidad

Pasó el tiempo de estas fechas tan entrañables en las que mucha gente estaba en armonía con su entorno y gozaba del hecho de vivir cual si fuese un sueño feliz hecho realidad; mas resulta que nos las han vuelto como un calcetín y ya no son más que momentos fugaces de consumo feroz y egoísmo exacerbado, envueltos en falso papel de regalo. Nos han cambiado el ser y estar por el tener y poseer, cuanto más mejor, para que la ganancia de unos pocos fluya para siempre. ¡Qué tiempos aquellos en que la Navidad era un remanso de paz y amor, al menos en nuestro ambiente más cotidiano, y donde se celebraba el auténtico nacimiento de Jesús, el Salvador de todos los hombres! Hoy todo es efímero placer mundano en una carrera desenfrenada sin saber a dónde ir ni para qué hacerlo tan rápido, primando el aquí y ahora; el melón... tajada en mano. Actualmente se ha precipitado todo y la serenidad existencial se ha dinamitado con tantas tentaciones mundanas y aparatos demoníacos a nuestro alcance. Definitivamente vamos cuesta abajo y sin frenos hacia el Apocalipsis sin fin. ¿Alguien será capaz de frenarlo y trocarlo por unas fechas en las que la paz y el amor entre todas las gentes sea pura realidad?