Llanto
por Laura
Luelmo

24 dic 2018 / 11:31 H.

Llora Zamora, llora Nerva, llora El Campillo, llora Andalucía, llora España entera. Una mano criminal, asesina, vil, malnacida, despreciable, canalla, abominable, abyecta, bahúna y rata ha segado la vida de Laura Luelmo. Le escriben y recitan, desde la memoria, Homero y Safo de Mitilene, Hesíodo y Píndaro, Virgilio y Horacio, Tibulo y Propercio. Las cinco en punto de una tarde de diciembre se asoman al destino con las tres mejores elegías de la literatura: las Coplas a la muerte de su padre de Manrique, el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías de Lorca, Elegía a Ramón Sijé de Hernández. La versifican, desde el recuerdo de Beatriz, Laura y Elisa, Dante, Petrarca y Garcilaso. Y la eterniza, como una reflexión que vuelve, Francisco de Quevedo. Su recuerdo permanecerá como un manantial que llena de luz los cielos de Dante y Beatriz y que nosotros vemos desde la tierra como las rimas más divinas de la literatura universal. Irradiará albor al mundo y caligrafiará el mensaje definitivo de su alma blanca y pura y de su corazón soñador y enamorado. Laura Luelmo, tu belleza es el idilio de los sentimientos más hondos y miríficos. En el níveo amanecer de los tiempos. Cuando el llanto es albugínea alba, que tus ojos iluminan como diosa de todas las diosas.