Literatura y libertad

    13 ene 2024 / 09:49 H.
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    Según el punto de vista ideológico que cada uno adopte puede considerar que un régimen político es mejor que otro. A nosotros se nos ha educado para confiar y creer en la democracia e incluso se ha llegado al punto de convertir la democracia en una religión, de tal manera que el que no tiene fe no puede disfrutar de la felicidad del régimen. Decía José María Escrivá que la felicidad del cielo solo la merecen aquellos que saben ser felices en la tierra. O sea que si usted no sabe ser feliz aquí, no tendrá la felicidad del allá. Como si alguien pudiera haber vuelto y le hubiera contado la felicidad del más allá. Estos razonamientos son realmente curiosos. En realidad, los podemos aplicar a cualquier religión o régimen político. Ortega y Gasset lo aplicaba al arte. Si usted no es capaz de comprender una obra de arte, es porque usted no es lo suficientemente inteligente para entenderla, y así el arte selecto solo es comprensible para una minoría igualmente selecta. Y si usted no es capaz de comprender una obra de arte, usted es un hombre masa, pertenece a las masas. Esas masas pueden o no rebelarse contra esa minoría selecta, la cual tiene un derecho natural a imponerse a las masas cuya rebelión supone la barbarie. Puro idealismo. La civilización es una minoría selecta y las masas son la barbarie. Ahora mismo podemos identificar la democracia con una minoría selecta y a los demás con la barbarie. Y podemos seguir así haciendo las combinaciones que se quieran. En un régimen como el chino pueden identificar a la minoría selecta con la minoría selecta del partido y pueden identificar a la democracia con la barbarie. De este modo, según las características o criterios que queramos utilizar podemos situarnos en una tesitura u otra. Pero al margen de las ideologías, de las preferencias por unos regímenes u otros, de las religiones o de las ideas de felicidad en el cielo, en la tierra o en los infiernos, me pregunto: ¿qué libertad puede tener una persona que no sabe leer y escribir correctamente? Ya hemos tenido situaciones así en el pasado, pero ahora la novedad es que los sistemas políticos en los que vivimos han pactado con la barbarie de una forma mucho más natural y menos disimulada de lo que se había hecho en nuestra historia reciente o en las últimas décadas. No es la primera vez que surge ese pacto; los feudos medievales no eran precisamente un testimonio de civilización avanzada y los regímenes políticos del Antiguo Régimen dejaban mucho que desear desde el punto de vista de las exigencias democráticas de la Edad Contemporánea. Y ¿cuál es el papel de la literatura en la democracia actual? Su papel consiste en desafiar el conocimiento humano para exigir su máximo rendimiento, su máxima optimización. El exterminio de la literatura y del conocimiento en la democracia actual remite claramente a una democracia deficitaria, sobre todo de libertad, que es a lo que la literatura siempre remite, porque la literatura es una originalidad en el desafío a la inteligencia humana que siempre va más allá de las posibilidades de la libertad humana. La libertad humana es algo que hay que conquistar todos los días. Y vuelvo a preguntarme: ¿para qué queremos democracia si no tenemos libertad? El fundamento de la libertad se articula, en nuestro tiempo, en el desarrollo de la democracia. Si la democracia se disuelve, se diluye, pues la libertad y el conocimiento que viajan junto a ella también se destruyen. El conocimiento es para la democracia tan importante o más que el comercio. El comercio tiende a estrangular las posibilidades de conocimiento y libertad que resulten contrarias a la expansión de sus objetivos. Y esto es lo que ocurre desde hace algunas décadas, que el comercio se lo ha comido todo, hasta las posibilidades de libertad del ser humano, a las que ha reemplazado por las exigencias de consumo del ser humano. En este contexto el conocimiento disminuye, porque el consumidor no necesita conocimientos, necesita simplemente ansiedad para consumir, necesita mercado, y esto tiene sus consecuencias. Lean el informe PISA.

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