Lingüística

06 feb 2020 / 08:48 H.
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De las ideas del lingüista Ferdinand de Saussure, que sirvieron para el desarrollo de la lingüística moderna, a la teoría lingüística más destacada del siglo XX, su autor Avram Noam Chomsky, con sus trabajos sobre la gramática generativa y sus universales deslumbró al mundo en los años cincuenta. Los casi noventa años del viejo profesor le han permitido vivir la vida en un movimiento continuo y dejarnos estudios de fonética y del lenguaje en general que supo desarrollar con maestría. Fue capaz de abrirnos la mente de par en par, sirviéndose de procesos lingüísticos fundamentados en la facultad biológica que posee el cerebro para la comunicación. Él convirtió la aburrida investigación lingüística en una forma menos complicada de analizar una ingente cantidad de datos obtenidos de lo más obvio de la realidad que analizaba. Siempre ha rehuido el lenguaje mecánico y ha preferido transmitirnos (con éxito) todo lo de interesante que se encierra en él. Partía de la base de que sabemos más de lo que nos enseñan, y él halló la manera de potenciar ese principio chomskiano estudiándolo científicamente y aplicándolo al desarrollo exponencial de las capacidades de todo el mundo. Trazó la dimensión ética, estética, artística y social del lenguaje y la dispuso contra todo tipo de imposiciones contenidas en modelos obsoletos ya creados y cuyos argumentos no expresaban el cómo queríamos expresar nosotros la música y la imaginación de la palabra, con ese lenguaje exacto que incluso moraliza a través de lo extralingüístico, del significante y del significado. Afirmaba que el mundo conceptual es nuestra realidad..., es el conocimiento conceptualizado por nosotros mismos. Al igual que la música, la lengua es un lenguaje universal, un elemento comunicativo que se divide en mundo real y mundo conceptual. Miguel de Unamuno pensaba que la lengua no era el envoltorio del pensamiento sino el pensamiento mismo, lo cual genera, aparte de un conocimiento atinado, un placentero descubrimiento, como el nuevo cuño del emoticono que, aunque no es un lenguaje universal, en cambio si lo es cultural. Con la lengua, cada cual, conforma la manera de expresarse, cada uno la utiliza de acuerdo con criterios etimológicos, estéticos o meramente subjetivos. Afirma el lingüista Steven Pinker que el estilo embellece el mundo, por eso censura las intrincadas construcciones de oraciones difíciles de reconocer. Con la lingüística podemos aprender a hablar y escribir y a ver el mundo según es, incluso podemos mirarlo según nos gustaría que fuese. El lenguaje sigue evolucionando en la línea evolutiva del ser humano y esa evolución la recogen académicos que conocen la manera de estudiar la gramática a través de la sintaxis, la semántica etc., y marcan el territorio común con un estilo elegante y rítmico que expresa emociones y crea belleza. Un estilo que se escribe y se pronuncia con agrado, se aleja de ese otro estilo donde predomina el mal gusto, y es que en cuestión de gustos, cada cual desecha lo que no le gusta y utiliza lo que le parece correcto o incorrecto. El atractivo de la lingüística estriba en la capacidad de interpretar datos de cualquier lengua en sus niveles fonético- fonológico, morfosintáctico y semántico, lo que le permite a esta relacionar la lengua con sus dimensiones cognitiva y sociocultural.

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