Cautivado por ella

    15 nov 2020 / 16:42 H.
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    Dice mi madre que desde pequeño era más sensible a la libertad que mis hermanos. Comprendí que Dios no podía crear al ser humano a su imagen y semejanza sin darle el mejor regalo: la libertad. Algunos piensan que ahí el Creador se la jugó dándole a sus criaturas el más preciado de los dones después de la vida, pero he reflexionado mucho. ¡Qué difícil es ser libre! Mi mente está llena de citas filosóficas y bíblicas que hasta Cristo cita: “La verdad os hará libres”. O Pablo de Tarso: “Vuestra vocación es la libertad”. No se puede hablar de libertad sin unirla al amor, a la entrega, a la felicidad... Creo que el enemigo de la libertad es el miedo a la responsabilidad y, a la vez, se puede eludir la responsabilidad invocando la libertad. No se es libre si uno no adquiere el conocimiento de las limitaciones humanas. Nadie es libre si no sabe sus límites; ahí radica la esencia de la libertad verdadera, en la responsabilidad. Nuestro “príncipe de los ingenios” ensalzó la libertad como “el gran regalo que a los hombres dieron los cielos... “Por ella se puede y se debe aventurar la vida”. Solo la libertad con amor y en el camino de la alegría es donde el ser humano encuentra la felicidad, que es la congruencia personal.

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