Leyes de mercado

    14 ene 2022 / 16:26 H.
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    Las leyes de los grupos de poder que monopolizan la distribución y producción de los bienes que deberían estar al servicio del bien común son ahora las presuntas leyes del mercado. No es casual que los países que han tenido mayores problemas con la pandemia hayan sido aquellos que tienen entregados al sector privado sus servicios esenciales como la sanidad o los servicios sociales. Son esos mismos países los que tienen sistemas democráticos muy limitados y que permiten una enorme influencia de los lobbies económicos en sus decisiones políticas. En todos y cada uno de los países a los que ha afectado la pandemia la gran causa del sufrimiento que ha generado ha sido la insolidaridad. Ese comportamiento insolidario dentro de cada país y en la relación entre ellos es el que hace que no se resuelva esta crisis. Ni siquiera los Estados se atreven a enfrentarse a las empresas farmacéuticas y a su enorme poder mediático y político. No pueden ser las supuestas leyes de mercado las que rijan la distribución y producción de las vacunas en la lucha de todos contra el virus. El que esto ocurra no muestra más que la debilidad de las democracias liberales en las que está quedando en evidencia la enorme influencia antidemocrática de esta industria sobre las instituciones políticas y sobre los medios. Las autoridades públicas deben anteponer el bien común por encima de los intereses comerciales y privados cuya lógica perversa trata de reproducirse una y otra vez en los servicios y en la actividad pública.

    La eliminación de la pandemia necesita de una condición indispensable como es la solidaridad internacional o seguiremos empeorando la situación. Es una evidencia científica que si no se resuelve la pandemia a nivel mundial, no se resolverá jamás a nivel local. Si no se consigue inmunizar a esa mayoría de la población mundial que vive en los países de renta baja o media no se evitará que aparezcan nuevas variantes del virus que pueden llegar a ser más contagiosas, más resistentes a las vacunas actuales y más dañinas.

    Y, mientras tanto, las mismas empresas que están consiguiendo unos beneficios sin parangón son las que se oponen a que se generalice la producción de vacunas a nivel mundial, impidiendo el acceso a las mismas a la gran mayoría de la población que vive en esos países de renta baja o media. Impiden que algo así ocurra para seguir manteniendo el monopolio de la producción y distribución de las vacunas anti-covid, a costa de dificultar el control y la eliminación de la pandemia. En los países de renta superior, como en los países a ambos lados del Atlántico norte, sus gobiernos no están haciendo nada para impedir ese monopolio que dificulta la resolución de la pandemia hasta en sus propios países.

    La mayoría de las organizaciones de salud pública nos indican que las evidencias demuestran que es aconsejable y perfectamente factible tomar la medida de eliminar las patentes y desarrollar la producción mundial de vacunas. Frente a estas evidencias se sitúan las industrias farmacéuticas, y los grandes medios que difunden sus intereses, que se oponen frontalmente a que mientras dure la pandemia se puedan tener anuladas sus patentes para facilitar y permitir esa ampliación de la producción de tales vacunas a nivel mundial.

    Este virus ha hecho aún más palpable las injusticias tan acusadas que existen en nuestro mundo, es el virus de la desigualdad. La pandemia nos está mostrando como crecen tan dramáticamente las desigualdades económicas y sociales como resultado de la enorme acumulación de riqueza a costa del empeoramiento de la calidad de vida y del bienestar de la mayoría de la población. La covid ha acentuado esa realidad que la mayoría de la población estaba sufriendo y que no es otra más que un sistema económico y político fallido, mientras los súper ricos continúan acumulando sus beneficios. Los Estados y las autoridades y todos y cada uno de nosotros deberíamos tener respuestas más contundentes con esos intereses particulares que anteponen sus deseos de acumulación de riqueza al bienestar de la mayoría de la población.

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