Leyenda de verano

Cuenta una leyenda que recupero, que a finales de los cincuenta del siglo pasado, en esas noches de verano en las que los niños permanecían en la calle hasta bien entrada la noche, se veían escurrirse entre las esquinas sombras, ánimas, fantasmas cubiertos con sábanas, iluminados con un tétrico halo de luz, que amedrentaban a la chiquillería. Si hago mención a ella es por el miedo a la vuelta al “cole”, porque la covid-19 se esconde en las esquinas como un fantasma que temes y no sabes por donde puede aparecer. Los niños tienen que estudiar, aprender y ser los mejores en un futuro, porque realmente son eso, nuestro futuro. Entiendo perfectamente que tenían ganas de volver al ‘cole’, han sido mucho meses sin ver a sus amigos y compañeros. También entiendo el miedo de los padres a un contagio, pero también creo que son conscientes de todo lo que sus hijos deben llevar en su mochila, y también sé que los ‘coles’ y profesores a pesar de la dificultad están más que preparados para cuidar de cada uno de ellos. Pasará y nuestros niños volverán a esos veranos jugando en la calle sin mascarilla, mientras tanto cuidemos de nuestro futuro que son ellos. Y así, con leyenda y consejo incluidos, me quedo en mi barrio.