Letargo y más letargo

Cual firulais en las tórridas tardes de verano, pacemos en esta provincia sin conmovernos lo más mínimo mientras se hunde nuestro futuro, y peor aún, el de nuestras generaciones venideras. Sé de lo recurrente del argumento en mis columnas, pero es que aunque quiera ser indiferente, me enerva ver el paso del tiempo con nuestra inaceptable pasividad. Yo que el gobernante implantaría el derecho de pernada, que no explico por rubor, pero que desde luego es lo que nos merecemos ya. No vemos ni un solo atisbo de cambio o de tendencia en la lastrante inercia, no nos ofrecen ni un solo proyecto que pueda ser motor tractor de una verdadera posibilidad de cambio. Pero nada, aquí no se mueve ni dios. Estamos esperando que llegue otro y nos haga el camino y si puede hasta el trabajo diario. Y todos somos culpables, cual Saturno devora hijos, cobardes e incapaces de levantarnos —pobre Miguel Hernández— ni para toser. Entonces, ¿qué le vamos a pedir a parlamentarios, senadores, presidente de Diputación, subdelegado del Gobierno, alcaldes y alcaldesas?, si tú no tienes inquietud ni iniciativa, ¿qué puedes esperar de quien votas? Jaén, paraíso del letargo.