Lazarillos del siglo XXI

    10 jul 2019 / 12:32 H.

    Se cumplirán en el próximo diciembre trece años desde que entró en vigor la “Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia”. Como bien refleja el nombre de esta ley, se trata de un servicio dirigido a personas que precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar las actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, otros apoyos para su autonomía personal. Entiendo que se trata de atender a esas personas, así como de promover su capacidad de seguir viviendo en su casa, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria y desenvolverse con un mínimo de independencia. Las trabajadoras de Ayuda a Domicilio realizan un trabajo necesario e importante, además, han sido formadas para ello y por eso sus funciones de atención a las personas dependientes va desde el cuidado y la higiene personal, pasando por las actividades básicas del hogar, procurarles la movilidad esencial, ayudarles en el vestir y el comer, a reconocer personas y objetos, orientarse en el espacio, entender y ejecutar órdenes o tareas sencillas, incluso simplemente conversar. Lo que pasa es que he observado y oído en alguna ocasión, ciertos comentarios un tanto despectivos hacia estas trabajadoras, en el sentido de que se les atribuye unas funciones más propias de una limpiadora profesional, cuando realmente considero que no es así, pues las tareas que desempeñan van más allá de la simple limpieza del domicilio, como fregar suelos, platos, baños, barrer..., etc. Yo que soy una fanática del diccionario español, he recurrido a él y buscado la palabra “Lazarillo” que significa: Persona que acompaña a otra necesitada de alguna ayuda. Por eso me ha parecido oportuno reivindicar el derecho que tienen estas trabajadoras a ser tratadas con respeto y consideración y que se las reconozca más por su labor de Lazarillos que como Cenicientas.