Las verdaderas Reinas Magas
Por estas fechas, y coincidiendo con la Navidad, siempre me vienen a la mente recuerdos relacionados con mi madre, y junto con ella quiero rendir un pequeño pero sentido homenaje a todas las madres que tuvieron que hacer magia para que sus familias vivieran unos días especiales cuando la rutina era la que soportaba el día a día. Ropa nueva, quizá sin lujos, pero tratada y guardada como un tesoro. Eso la hacía especial. Dulces elaborados por ellas mismas. Recuerdo un precioso cesto de mimbre donde mi madre guardaba los roscos más exquisitos que uno pueda imaginar. Y con ellos los mantecados y polvorones elaborados con la manteca blanca del cerdo, que también era mago, puesto que abastecía la despensa para todo el año. ¡Cuánta responsabilidad hasta que todos los productos que había que elaborar llegaban a buen puerto! Pero cuánto disfrutábamos de cosas que rozaban la excelencia. Si hacer una comida es examinarse diariamente, cómo debe pesar una responsabilidad tan grande. Pues ahí estaba ella, asumiendo su trabajo y aplicándose la máxima de que entre la noche y el día no había pared. Ahora nos desbordan infinidad de cosas para elegir, pero jamás superarán vuestra magia.