Las prisas no son buenas
Este año y los siguientes se abren grandes perspectivas para celebrar el cincuentenario —medio siglo— de acontecimientos importantes para España como son la recuperación de la monarquía, la reforma política, la transición, las elecciones, el debate constitucional y su aprobación por amplio refrendo popular y la recuperación de la democracia. Las prisas del gobierno —“50 años de libertad”— no son buenas ni ciertas, no parece razonable conmemorar un hecho biológico, la enfermedad y fallecimiento en noviembre (falta casi un año) del General Franco —que murió en la cama y anciano, recibiendo con tal motivo todos los honores no exentos de un importante apoyo popular y largas colas de despedida— cuando dos años después regían las Leyes Fundamentales y la misma libertad o la falta de ella. La proclamación del Rey Juan Carlos I, su compromiso con la democracia, debe ser el punto de partida de las celebraciones, lo anterior es nostalgia. Ignoro el motivo de la obsesión de Sánchez con Franco, contra quien —a diferencia del PC— la lucha de los socialistas fue poco significativa; hoy el franquismo está amortizado, pocos lo recuerdan y casi todos sin ira, que fue barrida cantando a la libertad.