Nochebuena

El deseo de paz y amor del ser humano es permanente e inalterado a través de los siglos. En nuestra tierra, en mi pueblo, la Nochebuena era la noche de más juerga, la más alegre del año. Desde el 8 de diciembre los mozos, las familias y las pandillas salían por las calles cantando villancicos y todo tipo de música tradicional hasta el culmen en la misa del gallo el 24 de diciembre a las 12 de la noche. La Iglesia permitía en el templo más jolgorio del habitual. Y desde la Iglesia de San Pedro en Mengíbar la muchedumbre de apoderaba del centro: de la plaza, de la avenida. Los tambores, zambombas, panderetas y todo lo que hiciera ruido, inundaban de alegría la madrugada del día de Navidad. Al final el pueblo gitano hacia un paseo musical inolvidable, de villancicos antiquísimos por todas las calles del pueblo, terminaba ya de día. Me gustaría recalcar que Mengíbar perteneció a Jaén hasta 1573 por lo que ha podido conservar mejor las tradiciones de la capital. Hoy imitamos la Nochebuena europea. Recogimiento y todo en familia. La algarabía callejera ha pasado a los centros comerciales. Mis mejores deseos universales.