Las no miradas

    01 dic 2019 / 11:13 H.
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    Tiene el ser humano un sinfín de miradas, las hay de amor, dulzura, cariño, ternura. Están las intensas, las llenas de sabiduría de nuestros mayores. Existen las de repulsa, incluso las cargadas de odio. Las miradas merecen todo un tratado sicológico. Personalmente cuando mi interlocutor en una conversación tiene puestas gafas de sol, le pido educadamente que se las quite, será porque soy consciente que las palabras pueden estar cargadas de mentira, pero los ojos nunca si se sabe mirar. Pero no, hoy quiero hablarles de las no miradas, esas que no se producen porque enfrente tienes fijados unos ojos cargados de razón, y en la cobardía extrema se es incapaz de levantar la vista, fijar la mirada. Hace pocos días un sujeto fue tan poco valeroso que escondió sus pupilas, incapaz de mirar a una mujer en silla de ruedas cargada de razón y dignidad; perdió sus ojos en el suelo, se refugió entre sus piernas. Si hubiésemos tenido la suerte de ver sus ojos seguro que dirían, tierra trágame. No mirar a la cara a esa mujer, retrató a Ortega, lo convirtió en ruin, cobarde, sádico.

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