Las historias

09 oct 2019 / 08:56 H.

Por muchas excusas que se quieran poner, los humanos siempre tenemos un poco de tiempo para reflexionar, para meditar. Lo que ocurre es que ese tiempo libre lo empleamos en otras cosas que exigen menos esfuerzo y menos responsabilidad que pensar, porque cuando echamos la vista atrás podemos recordar cosas de nosotros mismos que no nos gustan y preferimos pasar página y seguir olvidando. Reflexionar es casi siempre un examen de conciencia pero es, además, el reconocimiento de que nos estuvieron contando una serie de “milongas impresentables” con el nombre de historia. Pienso en mi primer maestro Guillermo Llera –el mejor que tuve– cuando en el colegio de primera enseñanza de la calle Mesones, nos contaba, entre otras, la historia de España. La cantidad de inexactitudes que un hombre sencillo, culto, fraternal, se vio obligado a contar a sus alumnos –como todos los maestros de aquella época– a los niños obligado por ese dictador e inventor de historias que es la política. Era una historia cocinada, manipulada, ni más, ni menos como se hizo antes y se sigue haciendo ahora, como puede comprobarse en los colegios catalanes y en los debates mediáticos, donde políticos y periodistas cuentan la historia de España, sobre todo la de la guerra civil, como les conviene. Lo que me contaba mi maestro, don Guillermo, lo entiendo y lo respeto, pero lo que cuentan estos “seudohistoriadores” de hoy no, porque yo ya viví el tiempo suficiente para tener mi propia opinión y no tragarme lo que gentes con la mitad de años que yo, sin apenas experiencia, me quieran cocinar. Y cada día estoy más convencido de que ninguno dice la auténtica verdad y que sólo cuenta de la historia la parte que les conviene. Sí, cada día soy más escéptico, al punto de que ya dudo si el hombre proviene de la progresión del mono o es el mono el que proviene de la degeneración de los humanos. No entiendo que para tratar de construir el futuro de España aún se esté esgrimiendo el tema de la guerra civil, tratando de que si queda algún rescoldo prenda la llama otra de vez de las dos Españas. Pero parece que no tienen inteligencia ni argumentos para otra cosa. Es obvio que la clase política se va desvalorando con el tiempo al punto de que se van sucediendo los presidentes y no van dejando ninguna historia, ni huella que valorar. Eso sí, no faltarán quienes se las inventen.