Las historias

27 dic 2022 / 17:48 H.
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Estamos rodeados de historias. Las cosas que nos pasan son susceptibles de ser transformadas, sublimadas, pasándolas por el tamiz de la fantasía. De este modo la realidad, procesada y destilada a través del alambique de la imaginación, se convierte en un licor apto para ser saboreado por un montón de gente adicta a las narraciones. Sedientos, borrachos y degustadores, todos ingerimos abundantes dosis de historias, por afición o por vicio.

El licor narrativo original puede ser embotellado en diversos envases. Es posible encontrarlo en pequeños frascos de cuentos. O en novelas de tetra brik. O en cuentagotas de esencia de poemas. Y también se pueden escanciar, las historias, en copas para que, reunidos en una oscura sala de teatro, brinden los que cuentan las obras con los que asisten, en vivo, a su desarrollo. O puede pasar que, frente a una pantalla, abramos una lata de narraciones audiovisuales recién sacada del frigorífico, para bebérnosla en nuestro sillón favorito; o que acudamos a un cine para disfrutar de una degustación colectiva. Y sucede que también se pueden condensar las ficciones convirtiéndolas en reducidas píldoras de fabulación. De hecho se da la circunstancia de que cada día ingerimos montones de estas minidosis narrativas sin ser conscientes de ello.

Y es que las grandes empresas y organizaciones de todo tipo (públicas y privadas) son conscientes de la enorme capacidad que posee la ficción para imbuirnos en un territorio en el que confluyen los deseos, las fantasías y los anhelos. A través de las herramientas de la narración se puede lograr que la espectadora o el lector generen un vínculo de empatía con los personajes protagonistas y de este modo se vuelvan muy receptivos a cualquier mensaje que se les lance en un estado de cierta vulnerabilidad emocional. Por eso las innumerables dosis de publicidad empresarial y de propaganda institucional que inhalamos a diario pueden llegar a influir en nuestros hábitos y comportamientos.

Ojalá hubiera en los temarios educativos escolares un apartado en el que se adquiriesen habilidades para analizar los contenidos narrativos. Es importante saber qué nos cuentan en el fondo las historias y cómo nos lo cuentan, para que no seamos tan fáciles de manipular.

Creo que a los autores griegos que inventaron el teatro y que sentaron las bases de todas las ficciones actuales no les gustaría saber que esa manifestación cultural (concebida para que la ciudadanía analizara sus conflictos individuales y colectivos) ha evolucionado hasta generar una infinidad de microficciones que son visualizadas por una cantidad de público muchísimo mayor que cualquier otro formato narrativo. De hecho, en estos días, la Navidad, al tratarse de unas fechas que tienen un fuerte componente emocional, propicia la emisión constante de miniobras que recrean reencuentros familiares, manifestaciones de euforia, o fábulas enternecedoras y cuyo único fin es el de vender turrones, loterías o perfumes, por no hablar de la manipulación a la que son sometidos los más pequeños a través de impactantes microhistorias de juguetes.

Y hasta los pilares fundamentales del Estado utilizan estos días tan entrañables para lanzar sus proclamas solemnes acompañados de una escenografía y de una narrativa muy particular. Pero, en fin, esa es otra historia.

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