Las formas cuentan

    23 sep 2019 / 08:36 H.

    Hace escasos veinte días, recibía un mensaje en mi teléfono móvil de un buen amigo, directivo de una importante compañía en la capital de España, con el que suelo intercambiar pareceres, con la frecuencia que nuestras ocupaciones nos permiten, en relación a la actualidad socioeconómica y a los cambios y tendencias de mercado que nos está tocando vivir. Siempre muestro interés por los que mensajes que me llegan de esta persona, por mi estima personal hacia él y por su reconocido prestigio en el ecosistema del “management” directivo en nuestro país. Pero en esta ocasión, lo que realmente despertó en mí la curiosidad por el contenido del mensaje, fue que el mismo adjuntaba un enlace a un artículo de opinión en el diario “El Mundo”, que firmado por Rodrigo Terrasa @rterrasa llevaba por título: “La sociedad del sándwich mixto: por qué los mediocres dominan el mundo”. Estarán conmigo en que el bombardeo indiscriminado de mensajes informativos y publicitarios al que nos someten hoy en día es abrumador. Vivimos permanentemente recibiendo, esquivando u obviando estímulos al tiempo que ejecutamos nuestras tareas cotidianas, generalmente consumiendo esta información a un ritmo vertiginoso. Es por ello, que cuando uno se topa con un formato o un mensaje llamativo, que por su buena imagen o por su originalidad consigue llamar su atención, es cuando éste tiene muchas más opciones de convertirse en protagonista captador de nuestro preciado tiempo. El mensaje, en muchas ocasiones con el ánimo de captar la atención de los más despistados, se pasa de original y se convierte en estrambótico; “ruido no estratégico”, que me gusta llamarlo. Sin embargo, cuando se maneja un tono adecuado y se utilizan palabras claras, sencillas, directas y fáciles de entender por el público al que te diriges, el deseo por aquel se despierta. El deseo lo despiertan las emociones y en este caso lo sugerente del título, despertó en mí el ansia de saber más acerca del sentido de la publicación. Afán éste, alimentado por las innumerables corrientes de opinión que hoy rebelan hartazgo y hastío hacia una clase política mediocre e inoperante. Así pues, me puse a leer... “A nadie le ofende un sándwich mixto, pero difícilmente alguien lo elegiría para su última cena. Es la metáfora ideal de un mundo en el que lo mediocre, lo que no destaca por ser ni demasiado malo ni demasiado brillante, está acaparando el poder”. Subtítulo resumen de un artículo, en el que las referencias al filósofo y profesor de sociología de la Universidad de Québec, Alain Deneault, son numerosas y revelan con acierto el sentir popular cuando analiza “cómo las mediocres aspiraciones que invaden la sociedad están provocando ciudadanos cada vez más idiotas”. Sin entrar en más detalles acerca del contenido del artículo en cuestión (sobre el que recomiendo su lectura) pretendo quedarme con la importancia que tiene la comunicación que nos llega por parte de nuestros representantes públicos. Unos y otros eligiendo la multicanalidad que les ofrecen las redes sociales, los medios de comunicación y los aparatos propios de partido para llegar a nosotros con mensajes vehementes y contenidos vacuos. Para comprobarlo, no tienen más que pararse a seguir en alguna red social, el hilo de alguna conversación que afecte a la municipalidad. ¿Conocen el alcance de sus publicaciones y el perfil del target al que se están dirigiendo? ¿Planifican el cómo, cuándo y dónde publicar o simplemente argumentan y contraargumentan cuando se sienten dolidos y/o atacados? ¿Resultan originales creando su propia versión o se sienten atados de pies y manos? Son éstas, preguntas que cada uno y desde su fuero interno debiera responder con sinceridad. En términos generales recibimos demasiados estímulos a lo largo del día. Vivimos sobresaturados. Por lo que sólo aquello que nos parezca novedoso y que aporte valor, provocará nuestro interés, y es únicamente a eso a lo que le prestaremos atención. Todo lo demás... desafección, mediocridad y más sándwich mixto.