Las flaquezas del prójimo

    21 sep 2023 / 09:07 H.
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    En nuestra infancia aprendimos en el Catecismo los principios de la fe y la moral católicas. Entre las siete obras de misericordia espirituales —existen otras siete corporales—, hay una que recomienda “sufrir con paciencia las flaquezas de nuestro prójimo”. A sesenta y tantos años vista el postulado nos suena a música celestial. Era dura aquella expresión, pero los maestros del dogma fueron suavizándola, sustituyendo “flaquezas” por “defectos”, “prójimo” por “los demás”, “sufrir” por ”soportar”... Si ahora hubiera que actualizarla podríamos decir “aguántate” o “jódete”, todo ello, naturalmente, con mucho cariño y comprensión. Las sociedades más avanzadas están deshumanizándose. Lo de soportar al familiar, al amigo, al conocido, al ignoto... nos suena a rancio y desusado. Se da culto al yo, porque se asegura que reafirma la personalidad, la confianza en uno mismo, el no va más. Si alguna vez se atiende al tú, no es, precisamente, para reforzarlo, sino para potenciar y justificar, aún más, el engreimiento. Esta sarta de banalidades son las flaquezas de la petulancia insolente, que forman parte de su propia identidad. No es para tanto... No hay que llevarlo a esos extremos, me dice Rafa. Y lleva razón, en parte, claro. Charlamos animadamente y con serenidad. Sigue una ensalada dialéctica entre ambos, que sería casi imposible desmenuzar. Decir que a los gobernantes, no hay quien los soporte en sus juegos malabares, no sería políticamente correcto. Tampoco que toda la ciudadanía está tocada de esta pandemia moral. Habría que examinar escrupulosamente cada caso, cada circunstancia. No sé cómo pero siempre se desemboca en lo mismo: la convivencia se basa en el respeto: se trata de acercarse al otro, comunicarse con el otro, estar con el otro. La coexistencia comporta la educación para la paz entre los individuos, las comunidades y culturas; la cohesión social; la cooperación y solidaridad; el desarrollo de estrategias para la resolución de conflictos; los denuedos pacíficos... Y todo esto en cualquier sociedad, religión, grupo. Con gran habilidad, Luzbel vuelve a hacer de las suyas. Menos mal que hay prójimos, grupos que luchan porque las obras de misericordia no pierdan actualidad, con un lenguaje acorde con los tiempos. Se me olvidaba: prójimo somos todos.

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