Las dos españas

Si nos asomamos a la ventana de la Historia lo que hoy vemos en nuestras calles y nuestras ciudades es una España virtual, una España invadida por teléfonos móviles y ordenadores donde los jóvenes ignoran, en gran medida, cómo vivieron sus antepasados. La informática y las redes lo dominan todo y están condicionando ya nuestras costumbres y nuestros modos de vida. Se educa a los niños, desde muy pequeños, para abandonar la vida rural, para despreciar el trabajo manual, para inclinarse hacia profesiones tecnológicas o administrativas. La gente se informa básicamente a través de la televisión, desde la cual se moldea ideológicamente y se adoctrina culturalmente. Nada de lo que sea políticamente incorrecto para el gobierno de turno es admisible. Por eso hay que perseguirlo y censurarlo. ¡Teorizan sobre libertad y democracia quienes más las prostituyen! No es extraño que la otra España, la real, viva cansada. Cansada de decretos que regulen lo que se debe hacer, decir e incluso pensar en cada momento. Agotada de discursos bélicos internos, de corruptelas políticas, de ignorantes ilustres. Y asustada, muy asustada por un virus, por una pandemia, por una guerra de verdad que ponga en peligro su propia supervivencia.