Las dificultades de la vida

    02 oct 2019 / 09:02 H.

    Hace dos días leía en las páginas de opinión de Diario JAÉN que el número de divorcios en nuestra provincia, el pasado año, fue de 1.108. Por la complejidad del tema, en esta ocasión no voy a opinar si el número es elevado o no, ni pretendo compararlo ni tan siquiera analizar las causas de tantas separaciones. Muchos pueden ser los motivos por los que una pareja decida poner fin a su matrimonio, ruptura que puede ser dolorosa o amistosa.

    Me quiero detener en los sentimientos de todas las personas que sufren esta situación, especialmente en los niños, que ni entienden ni comprenden. Sin juzgar ni enumerar causas, doy un paso más y a mi mente vienen multitud de situaciones difíciles que causan mucho dolor e insatisfacción, situaciones que llevan a multitud de personas no a vivir, sino a sobrevivir en un mundo lleno de dificultades, cansados de luchar y llenos de quejas y desconfianzas. Situaciones que pueden ser económicas, laborales, de salud, relacionales, psicológicas, educacionales, etcétera. Me alejo del pesimismo, doy un paso más y a mi mente vienen todas esas personas que, conscientes del dolor que viven otros seres humanos, trabajan para mitigar su sufrimiento. Si mucho es lo que no me gusta, mucho más es lo que sí me gusta en cuestión de ayudar a los demás.

    Decía la madre Teresa de Calcuta que “si no vives para servir, no sirves para vivir”. Conozco a mucha gente que vive para servir, que además de familia, trabajo y amigos sirven a personas desconocidas, vulnerables e indefensas. Ante la dificultad de una tormenta que estalla, no es lo mismo que la afrontes sin nada, te mojas seguro, que si tienes a mano un paraguas y un chubasquero con los que resguardarte.

    Ante las dificultades de la vida, y todos las tenemos, no es lo mismo afrontarlas en solitario y sin nada, lo que dificulta mucho superarlas, que afrontarlas con herramientas y recursos que proporcionan personas voluntarias que trabajan en instituciones sin ánimo de lucro, para encontrar ese sentido a la vida, que a veces falta, con el que disfrutar y gozar. Porque no es lo mismo ir tirando que ir caminando.