Las colas del hambre

    17 jun 2020 / 18:12 H.
    Ver comentarios

    La triste y despiadada historia se repite. Ahora, siéntate y llora, y producida por la canalla pandemia, las colas del hambre son una macabra escena repetida en los escenarios de cualquier ciudad, que presumen de pomposa grandiosidad, pero que son vulnerables, y han quedado en la mínima expresión de la decencia humana. Esto lo corroboran las grandes colas de criaturas que no pueden comer todos los días. Con el estómago vacío y marmita en la mano están esperando un plato de comida servida por la Cruz Roja y Cáritas. En los años cuarenta, en el colegio público “La Victoria, el comedor de San Luis situado en los bajos de la Diputación o en lo que fue la fábrica de chocolate de Ángel Pastor, situada más arriba del Pilar de Arrabalejo, la comida era repartida, como hoy sucede y la cola de hambrientos esperan el correspondiente turno con el estómago vacío y el plato en la mano. La historia hambruna se repite, contradiciendo al refrán de que no hay mal que cien años dure. Un alimento que no es el maná milagroso caído del cielo, porque ha sido posible gracias a la generosidad de unos voluntarios que están haciendo oposiciones beneméritas para ganarse un caachito del cielo.

    Articulistas