Las chicas son guerreras

30 abr 2020 / 16:25 H.
Ver comentarios

Querida Pilar, hoy me permito abordar el artículo de opinión mensual desde la fórmula epistolar para poder llegar a ti y a los que querías de una manera más oficiosa, menos oficial. Ya abren los diarios haciéndote parte del homenaje que te mereces. Eres, has sido una mujer que desde los últimos años de la dictadura hasta hoy, no has hecho otra cosa que trabajar por la cultura, la igualdad, la justicia. Jaenera rebelde siempre en pos de una causa. Recuerdo cuando irrumpías en la sede del Colegio de Licenciados (del que eras decana), para contar el día a día de la carrera hacia la democracia. Corrían aún los últimos años de la dictadura y ya andabas organizando a tu manera, todo tipo de encuentros que nos llevaran a la cultura de la libertad, contra la dictadura y a favor de la democracia. Ajetreados e interesantes días en los que el Colegio se convirtió en lugar de encuentro de jóvenes, un ir y venir de andalucistas, gentes del PC, PSOE y otros que ya olían que los aires cambiarían sí o sí en nuestro querido país. Viene a mi memoria ese coser y pegar, para confeccionar las primeras banderas de Andalucía que servirían de estandarte de la causa del PSA en Jaén, y después de todos los partidos que se subieron al tren de la autonomía, más por sentido de la oportunidad única, que por el sentimiento profundo andaluz. Las casas, los bares, cualquier lugar era impregnado de un bullir de alegría e ilusión. Es lo que tiene la fuerza de la juventud. Pilar, recuerdo tu belleza cuando te conocí, tan moderna, tan independiente y con un discurso siempre tan interesante y controvertido a la vez. Has sido generosidad pura y nunca te he visto excluir a nadie por razón de clase, sexo ni posición, eso sí, siempre luchaste contra la desigualdad y la injusticia. Has tenido amigos en todos los ámbitos y nunca le doraste la píldora a nadie, y también tuviste la valentía de enfrentarte a los que se posicionaban como enemigos tuyos, que también los hubo. No conocí a tu padre, pero sí a tu madre y por confidencias de mi amiga, de tu amiga y hermana Mari Tere, sé que heredaste de tu padre la intelectualidad, sapiencia y constancia, y de tu madre Machón la energía, la fuerza y la expresividad que te hizo no callar cuando a lo largo de tu vida te topaste más de una vez con la envidia y la maledicencia. Pilar, es muy difícil navegar en estas aguas sin caer en lo cursi o quizás irrelevante para la personalidad que has llegado a ser en este Jaén, que es tu ciudad. Muchos escribirán sobre tus logros, capacidad personal, por tus premios y medallas y por lo que te mereces, pero yo desde otro punto de vista quería, quiero, destacar lo que para ti era la amistad, por eso te rodeaste de amigas y amigos, que los hacías allí donde ibas, viajes, conciertos, actos y si no eran culturales también, no querías perderte nada, y nada a tu alcance perdiste, hasta que un triste día y dentro de un confinamiento tan cruel como necesario, dejaste de estar entre nosotros. Has sembrado muchas alegrías con tu presencia y has dejado muchos corazones apenados con tu marcha. Tus amigas y amigos, los del día a día, los de lo cotidiano, los que están lejos de ti pero cerca con el corazón, difícilmente te olvidaremos. El Museo Íbero, alzado contra vientos y mareas durante más de veinte años, quedará siempre unido a tu memoria. La Medalla de Oro, tu último broche no podrás recogerla, pero la recogerá por ti el pueblo de Jaén, a quien quisiste y te quiso. Tu belleza es la belleza de la libertad. Hasta siempre Pilar.

Articulistas