Largas precampañas

05 nov 2022 / 16:00 H.
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La última convocatoria de elecciones municipales fue publicada por Real Decreto el 2 de abril de 2019 y se celebraron el 26 de mayo, estableciéndose un período de campaña electoral que abarcaba desde el 10 al 24 de mayo. Para las próximas elecciones a celebrar en 2023, obviamente aún no se han convocado, pero ya hace meses que los partidos políticos han comenzado lo que se viene en denominar la “precampaña”. Sin embargo, el término precampaña, aunque parezca inverosímil, no está recogido en las leyes electorales y sí el término “campaña” que suele empezar dieciséis días antes de las elecciones y tiene una duración de quince días. En esta ocasión, se prevé una larga precampaña de ocho meses en la que los partidos políticos comienzan a movilizar al ya hastiado electorado, con las consabidas promesas y argucias para denostar al adversario, pero también para aprovechar la oportunidad para formar parte del distinguido elenco electoral de las listas, aunque sea a base de codazos. Podemos observar que en las precampañas prácticamente se hace lo mismo que en las campañas, aunque con menor intensidad y sin la expresa petición del voto. Ni que decir tiene que esta situación conlleva a la saturación y al hartazgo de la ciudadanía. Curiosamente en nuestra querida ciudad de Jaén la precampaña ya ha servido para quitar de un plumazo un tema de interés como es la puesta en marcha del tranvía. En el año 2023 tampoco entrará en funcionamiento y, por tanto, este tema no será objeto de debate en la campaña oficial. ¿Para qué? Nos encontramos en nuestra ciudad y en nuestro país en un proceso de efervescencia con graves problemas como la inflación y la subida de precios, pero a nuestros representantes les preocupa más el deseo del poder y se arrojan al mitin fácil de la precampaña en el que no faltarán los palmeros de turno que los arropan. Los aplausos parecen subirles la autoestima personal, pero les separa cada vez más de los intereses colectivos. Cuanto se echa en falta el papel de las centrales sindicales calladas y subvencionadas y sin que se vislumbre el mínimo rastro de autocrítica que los convierta en pilares de la sociedad civil para una mejora de las condiciones de los trabajadores de los que oficialmente se consideran sus representantes. Seguramente despertarán en las precampañas para exigirles a unos lo que no exigen a otros. Esto va por ciclos.

Las precampañas también han llegado a la universidad, a nuestra universidad, con mucha anticipación. Las últimas elecciones a rector fueron convocadas el diecinueve de febrero de 2019 y se celebraron el dos de abril en primera vuelta y el treinta en segunda, alargándose hasta el mes de mayo la proclamación definitiva del candidato electo. El próximo proceso electoral será el año 2023. La campaña electoral fue del quince al veintinueve de marzo. Al igual que en las elecciones políticas el término precampaña no aparece oficialmente en los calendarios electorales universitarios. Pues bien, la precampaña ya comenzó en el mes de septiembre, recién iniciado el curso académico, es decir, aproximadamente ocho meses antes de que se celebren las elecciones. Estamos en sintonía con el proceso electoral político. Páginas web de las candidaturas, redes sociales en marcha y reuniones por doquier adornan esta precampaña electoral universitaria que también estará plena de promesas, pero con un sistema de financiación de las universidades públicas al acecho que no termina de arrancar y que dado en el período electoral en el que nos encontramos dudo que se resuelva para los presupuestos del año próximo que ya tenemos encima. La persona que rija los destinos de nuestra universidad tendrá que cargar con unos presupuestos elaborados por los actuales dirigentes y con un modelo de financiación insostenible en el que no se sabe si podrá intervenir. Las precampañas parecen ser demasiado largas en todos los contextos.

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