Lacón
al corte

13 dic 2018 / 11:32 H.

Voy al mercado de San Francisco por el lacón que según Jesus Garrido es manjar de dioses. Dejé sobre la mesa camilla, para concluir a la vuelta, la recién iniciada lectura de Kelsen y de Schmitt. Kelsen ve un Derecho radicado sobre principios esenciales “inamovibles o perdurables” y una aplicación judicial independiente. Schmitt concibe un Derecho mudable, veedor del dictado de la soberanía “del tiempo”, de la que depende y a la que se somete. Para Kelsen la base del Derecho serían los principios consolidados que “el pueblo” tiene en común. Schmitt mira sin embargo a esa futura Constitución que “el pueblo” ha concebido “ya” y cuya vigencia urge. La revolución americana y la francesa difieren en que ésta sigue a Rousseau (voluntad general) y aquélla a Montesquieu (división de poderes). Para los jacobinos la voluntad del pueblo es una e indivisible y excluye la confrontación. Pero ¿qué o quién es “el pueblo”? ¿Se aceptan las urnas -su resultado-, u optamos por tomar la calle? ¡Ah! ¡Por fin llego a “La Despensa”! Como quien ablenta moscas a manotazos, ese rico lacón que tengo a la vista ahuyenta los fantasmas ¡y se me hace la boca agua!