La vejez de mi amigo

    26 jul 2020 / 10:15 H.
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    Si quieres llegar a viejo hazte amigo de la soledad”. Es una frase que me ha costado asimilar y entender, han sido estos últimos años, acompañando a un buen amigo todos los domingos en el asilo cuando he descubierto la verdad profunda que encierra este aforismo. Mi amigo sacerdote se había quedado casi ciego (es lo que él más lamentaba) y aunque estaba rodeado de cariño de muchas personas, cuando llegaba yo lo veía solo, en su silla de ruedas. Os puedo asegurar que él, en su ancianidad, me ha enseñado la lección más importante que he aprendido hasta ahora de la vida. Nuestras conversaciones, su experiencia, sus palabras certeras, su sencillez... Mi amigo Paco era un pozo de sabiduría. Todos vamos a envejecer si no morimos antes, pero mi amigo me enseñó cómo debemos hacerlo: haciéndote amigo de la soledad, del silencio, de la contemplación, rumiando la vida desde la misericordia y la comprensión del buen Dios. Se puede envejecer siendo un chinchoso, egoísta o amargado o se puede hacer aceptando la vida que te viene como es. ¡Gracias Pancho por la gran lección que me has dado! No viviste como quisiste sino como creíste, esa fue tu coherencia y tu profunda e infinita libertad de corazón.

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