La tragedia valenciana

    04 dic 2024 / 09:05 H.
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    AVicente Blasco Ibáñez lo considero como mi novelista preferido. Sus novelas me dejaron la impronta indeleble que me enseñó a escribir. El gran libro que hubiese escrito con la última dana y sus víctimas materiales y humanas que, cuyo volumen aterra y acongoja nos sorprendería sobremanera. Como siempre ocurre, el pueblo llano, que no va en busca de la foto ocasional y oportunista sino que coge la pala para quitar el barro y ayudar con su aporte dinerario, ha sido el primero en arrimar el hombro, no escatimando sacrificio y lágrimas para que el desastre no sea tan macabro y cruel, más propio del infierno atizado por los demonios encabritados. Los políticos, como ocurre siempre, han estado y están a ver cuál bando hay que llevarlo a la picota vergonzante del ágora pública, pidiendo la dimisión, aunque en este país no dimite ni el Tato. Las trifulcas originadas por la gota fría no cesan, más lo que te rondaré, morena del alma mía. España ha sabido ser solidaria y como en Fuente Ovejuna todos los españoles han ido a una, nos han demostrado que el pueblo está donde debe de estar, es decir, ayudando al que sufre y no en la bronca parlamentaria ni el insulto verbal más propio de analfabetos incontrolados que de personas educadas, que deben de buscar el bienestar ciudadano y no el beneficio de su bolsillo. Lo de Valencia no se olvidará nunca porque sus víctimas mortales y las que aún no han aparecido aún, es un cuadro dantesco.

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