La tragedia de Gaza

    15 ene 2024 / 09:56 H.
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    Desde que Protágoras, filósofo de la antigüedad mantuviese que el hombre es la medida de todas las cosas, tal relativismo justificó o, cuando menos, hizo inteligibles episodios de animadversión histórica que acontecen periódicamente de un hombre frente a otro hombre, de una nación contra otra nación , descalificaciones inúmeras como las que sufriera un personaje tan prodigioso como Einstein por parte de científicos que proyectaban sobre el autor de la teoría de la relatividad la medida de plagiario , dadaísta , agente de Moscú , y otras lindezas . De modo sorprendente sin embargo se ha conseguido una sociedad que exhala cultura, bienestar, y hasta refinamiento pero que, en sus manifestaciones colectivas se expresan, en términos políticos, con injusta medida que cada sujeto atribuye al contendiente político: un cúmulo de exabruptos, de descalificaciones detestables tan cerca de los apaleados muñecos del odio como distantes del compromiso y del interés general. Cuando la medida insidiosa del representante político se proyecta en la colectividad surge, en ocasiones, un escenario de guerra cruel y que linda con el genocidio. Me refiero a Gaza. Y no se trata ahora de las declaraciones de este o de aquel jefe de gobierno atribuyendo a España un conflicto diplomático , en la medida en que se pedía, con todo derecho moderación en los bombardeos indiscriminados sobre la población de Gaza y la constatación de miles de niños asesinados, tan poco se trata de la vileza de quienes priorizan los equilibrios diplomáticos sobre la destrucción de un pueblo al que se le masacra, como consecuencia del terror de unos pocos (léanse las críticas de la derecha, en España a la primera valoración que en Europa se hace sobre el indiscriminado castigo a uno de los pueblos más desfavorecidos del planeta ; tampoco se trata de cómo ha evolucionado la percepción de esa martirizante represión , de manera que ya se la califica abiertamente de genocidio incluso en parte de aquellos países que , como EE UU esgrimieron su veto cuando el consejo de seguridad pidió el cese de la agresión a la población civil de Palestina). Lo que esta reflexión pretende es que interioricemos la tremenda tragedia de este pueblo, asumiendo como propia su descomunal drama, y ello con independencia de que hayamos condenado y lamentado con toda la energía posible, el horror del holocausto del siglo pasado que padeció el pueblo judío por el solo motivo de serlo. En uno y otro caso, sugiero que se produzca una identificación con el sufrimiento, un acercamiento al sentimiento de la compasión humana. Se llora por muchos motivos, también por uno mismo. Póngale apellido a su propio llanto o apréndalo de otros. Personalmente percibo en Gaza la inconmensurable tragedia del padre o madre que ha perdido a su familia por un bombardeo en Gaza. Ojalá tal sensación sea genérica y afecte, en igual medida a israelitas y palestinos.

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