La sombra de la sospecha

    17 abr 2024 / 09:44 H.
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    Un amigo es aquel con quien uno tiene una relación de amistad, entendida esta como afecto personal, puro y desinteresado, camaradería y aprecio, que nace y se fortalece con el trato. Sin embargo, y como me explicó un compañero muy querido, una cosa son los amigos y otra las amistades... Aunque, en un principio, esta sentencia me sonó ambigua y sibilina, con el tiempo, que es el mejor maestro, he comprendido cuánta sabiduría encerraban aquellas palabras. Porque la verdad es que amistades para fiestas y repartos de cromos, cuando estás en la cresta de la ola, siempre las hay, pero amigos amigos, los de verdad, se cuentan con los dedos de una mano... Y, aunque andemos como el manco de Lepanto, no hay peligro: sobran dedos y faltan amigos. Los que más abundan son los, como se decía antiguamente, amigos “de pelillo o de taza de vino”, o sea, por interés o conveniencia. Y tampoco escasean los “amigos de lo ajeno”, que, si te despistas, te roban la cartera. Por tanto, si quieres amistades, más te vale no necesitar amigos, porque la prueba de su autenticidad es dura. Quizá lo que más convenga sea no prodigarse tanto, y que el mejor amigo, de no ser el perro, sea uno mismo. Y, aun así, no te fíes ni de tu sombra, que hasta ella te abandona cuando pierde la luz.

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