La soledad del solo

El solo al que me refiero no es al que se discute si lleva tilde o no, sino a la persona sola, al que está o se siente solo aunque viva con hijos y nietos. Es la otra pandemia de nuestro siglo. En la última etapa vital, los mayores de 65 años emprenden una viaje sin final por la soledad. Mientras estuvieron produciendo, la sociedad contó con ellos; ahora les da la espalda y los abandona a su suerte, más o menos. Es insuficiente la “guardería” de mayores que son las asociaciones de la tercera edad, en donde juegan a las cartas, al dominó y poco más. El Imserso, con todos sus vaivenes, hizo algo por esos mayores. Viajes, termalismo, diversiones. Sería interesante implementar los programas vacacionales con programas culturales, de teatro, música, danza, literatura, cine, diseño y moda, etcétera. La imaginación debe dejarse volar, según zonas, lugares y posibilidades. No solo de pan vive el hombre; es cierto, comiendo sólo se sobrevive; para vivir hace falta la cultura. La vejez es un momento óptimo para disfrutar de aquello que el trabajo diario lo impidió. Disfrutar de la música clásica, de la ópera, del teatro, de la buena literatura, de los museos, de la arquitectura, es algo que serviría de mucho a la hora de sobrellevar con calidad la soledad obligada de la tercera edad.