La realidad de la ficción

21 feb 2023 / 17:17 H.
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La realidad, que vagaba aburrida y solitaria por el mundo, le salió hace muchos años una imitadora llamada ficción. Poco a poco, y
sin apenas darse cuenta, la una comenzó a seguir la estela de la otra. No fue
algo automático, hubo un largo proceso previo de observación y de consciencia antes de que comenzara el juego de
la interpretación.

La suya no es una relación fácil. A menudo han tenido enfrentamientos. No debe ser agradable que te imiten constantemente. Y además, la ficción, que tiene una forma de ser extrovertida, está siempre mostrando sus creaciones ante todo tipo de públicos, representando versiones de la realidad, contando cosas de su idolatrado modelo. Fábulas, historias y representaciones que ofrece a todo el mundo, y que su imitada a menudo considera fallidas.

Y es que a veces le da por copiar su apariencia externa, de un modo superficial. Se cuela en su dormitorio y abre el armario para probarse su ropa (ambas tienen la misma talla), y se maquilla y se peina igual que su ídolo. Pero la otra cuando descubre el pastel la mira con cierta condescendencia y le suelta desdeñosa: “por mucho que lo intentes nunca serás tan auténtica como yo”. Y eso, a la ficción, le da mucha rabia. Porque a veces le gustaría que llegaran a confundirlas. En ocasiones parece que esa fuera su gran aspiración.

Trata de ser fiel a su modelo, e inventa métodos para lograrlo tales como el realismo, el naturalismo, el hiperrealismo... Pero también puede llegar a ser infiel. Se toma libertades, cansada de ser una vulgar copista, y en vez de pisar las huellas de la realidad, la ficción se pone a fantasear, y tomando un poco de carrerilla por la rampa de la imaginación, salta por encima del suelo e incluso puede llegar a volar, muy alto, mientras su compañera, tan esclava de la tierra, la mira extrañada con los ojos brillantes y una media sonrisa en el rostro, a la vez que un poco de envidia le quema la garganta. Porque a ella, tan real, a veces le gustaría tener alas para no estar siempre tan pegada al suelo.

Y tal vez por eso a veces tiene auténticas crisis de identidad. Y hay ocasiones en las que la realidad se pone a contorsionarse y a hacer cabriolas y piruetas, mientras la ficción la mira extrañada incapaz de copiar semejante sucesión de disparates. Y en esos casos se suele decir que “la realidad supera la ficción”.

El caso es que esta prolongada relación ha resultado muy enriquecedora para las dos. Les gusta compartir sus inquietudes y pasan mucho tiempo contándose cosas. De hecho la convivencia las ha unido muy estrechamente. Y por eso caminan, con frecuencia, juntas de la mano. Son una pareja inseparable, después de tantas historias comunes. Y han llegado a una cierta simbiosis. En realidad, actualmente, no podrían vivir la una sin la otra. Como todas las viejas parejas, tienen periódicas crisis de convivencia. Pero todavía, después de tantos años, disfrutan mirándose fijamente, y descubren cosas nuevas, de su pareja, todo el tiempo. Pasan largas y divertidas jornadas absortas en esa mutua contemplación. E incluso, a veces, llegan a tal grado de armonía en su unión, en su nexo, las dos, realidad y ficción, que generan el milagro de la creación dando a luz obras perdurables que iluminan para siempre sus vidas, y también las nuestras.

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