La purpurina

    23 jun 2023 / 09:36 H.
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    ¡Qué os den a todos!” (Que eus bombín a tots), increpaba Xavier Trias tras la investidura del socialista Jaume Collboni con los votos de BComú y el PP en la alcaldía de Barcelona. Este enfado no es algo insólito en la política española; la aversión, la inquina, la mala voluntad forma parte de su impronta genética, solo que en esta ocasión el exalcalde actuó como mi madre cuando se desfrontaliza y suelta lo que piensa en los momentos menos indicados, y encima te dice: “¡no me mires así; lo pienso, lo pienso y lo digo!”. El problema es que cuando este enojo entre rivales políticos sobrepasa el enfrentamiento dialéctico, se acaba infiltrando poco a poco entre los entresijos de nuestras vidas privadas de tal manera que todo el mundo parece estar enojado con alguien o con algo. Debido, tal vez, a que no soy inteligente, me gusta pensar que las emociones en general son otra dimensión de la inteligencia a través de las cuales se puede conocer la vida de forma muy íntima, intensa, agradable y maravillosa. No puedes usarlas constantemente porque agotan, pero como la purpurina en un bote con agua, si después de ser removida la dejas reposar, irás descubriendo en ella destellos preciosos.

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