La primera piedra

    13 dic 2022 / 16:55 H.
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    De niños nos enseñaban que hay dos tipos de pecados: mortales y veniales. Los segundos más perdonables que los primeros, que ponen de manifiesto la maldad que anida en corazones de piedra. Pecado es matar, violar y robar; aprovecharse de ancianos indefensos, maltratar a los niños, ensañarse con los animales, empezar guerras, arruinar países, desear el mal al prójimo y privarlo de sus derechos; contemplar sin inmutarse el hambre y la desgracia ajena y pasar a los demás por el filtro de las creencias, religión o patrimonio. Pecado es ir a misa de doce a criticar a los que se salen de la norma, despreciar y no levantar la voz para callar a los murmuradores. Pero no lo es amar, sea a quien sea. Larga es, pues, la lista de pecados. Matar, por odio, placer o ambición, es el más grave, pero no quedan lejos la soberbia y la cobardía. Los cobardes gustan de pecar en manada, como un rebaño que pastorea y ramonea entre la leña del árbol caído. Deplorable oficio... Y tan despreciable o más que el instigador es el consentidor, el que niega el pan al que siente y vive de forma diferente. A esos, a los hipócritas, les recomiendo una lectura pausada pero detallada del Evangelio según San Juan y “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

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