La presa de Siles

    04 sep 2023 / 09:10 H.
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    La Sierra de Segura se enfrenta a un dilema crítico en cuanto al riego de la presa de Siles y la formación de comunidades de regantes. A pesar de la abundancia de agua en la región, tienen que resignarse a ver cómo fluye por el cauce hacia otras tierras. Los agricultores de la sierra han encontrado dificultades para llevar adelante un sistema de riego efectivo, viable y equitativo. La discordia entre diferentes enfoques y la incertidumbre política entorno a quién debe asumir los costes de las canalizaciones, han provocado que sigamos sin regadío. La presa tiene una capacidad de 30,5 hectómetros cúbicos, para muchos insuficiente. En este momento se encuentra a la mitad de su capacidad, aun así, se abren las compuertas para que se riegue en zonas más alejadas del pantano. En la cabecera del Guadalimar se destina 6,2 hectómetros cúbicos al riego, pero lo cierto es que aún no se han constituido las comunidades de regantes.

    Jesús Cózar Pérez, representante de UPA, afirma “Hubiera presa o no, lo cierto es que hay agua y pasa un río. Estoy seguro que esta zona tiene otro tipo de personas y estarían regando desde hace siglos”. Defiende que el mayor número de agricultores tengan acceso al agua. Cree que el agua hay que repartirla entre todos y no se la pueden quedar solo los que tienen sus olivos cerca del río. La divergencia entre las asociaciones agrarias UPA y Asaja se centra en la formación de comunidades de regantes. UPA aboga por la creación de comunidades de regantes según la zona geográfica, aunque para ello sea necesario crear varias comunidades. En cambio, Asaja ha creado la comunidad según el término. Estos últimos, y el señor Ferré Quijano, presidente de la Asociación de Regantes de la Presa de Siles, prefieren una comunidad unificada que tenga mayor peso a la hora de negociar.

    Otra disputa está en torno a las canalizaciones. La concesión de riego “Asociación de Regantes de la Presa de Siles” defiende regar con canalizaciones porque se regaría por su peso, pero UPA —a través de su portavoz Jesús Cózar Pérez— opina que esto supone un agravio para muchos agricultores ya que el agua solo llegaría a una altitud de 700 metros aprox. y eso supondría dejar muchas hectáreas de la comarca de la Sierra Segura sin acceso al agua. Según el señor Ferré Quijano, el riego a altitudes más elevadas implica costos adicionales en instalaciones y mantenimiento, que no están dispuestos a asumir. Por el contrario, el señor Cózar Pérez, asegura que los costes no serían tan elevados y llevar el agua al mayor número de agricultores posible compensa el gasto.

    En 2018, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir prometió una solución lo antes posible. Sin embargo, las superposiciones en las solicitudes de riego -Algunos agricultores estaban en apuntados en varias comunidades de regantes- y alegaciones de inscripciones no autorizadas por parte de una comunidad de regantes, han obstaculizado este proceso. La Confederación dio un plazo para subsanar dicho error, pero Asaja denunció ante la Audiencia Nacional porque entiende que Confederación no debe opinar acerca de la forma de dicha solicitud. La Audiencia Nacional se pronunció en contra de Asaja. Según las últimas noticias que se han recibido, a lo largo de este otoño Confederación debe de pronunciarse de manera provisional sobre la concesión del riego de la presa y tras un breve periodo de alegaciones es probable que se eleve a concesión definitiva antes del verano 2024 para que la comunidad o comunidades de regantes puedan tener su concesión. El señor Ferré no lo tiene tan claro y cree que es mejor esperarse a que la justicia se pronuncie definitivamente, porque asegura que llegarán hasta las más altas estancias para defender su postura.

    El conflicto está lejos de resolverse. ¿No sería mejor sentarse a hablar y hacer cálculos del coste real del bombeo del agua? Y buscar una solución para financiar dichos costes o, por el contrario, se trata de una disputa por el control del agua.

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