¿La prensa? Siempre libre

    21 feb 2021 / 16:10 H.
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    Alguien dijo que la historia es algo cíclico que nos va “sorprendiendo” con sus subidas y bajadas sin que nada nuevo salte a nuestras vidas. Algo así parece estar sucediendo con los medios y la prensa. La libertad está en todo aquel que se atreve a editar un periódico y, claro, en quienes lo eligen como medio con el que saber, criticar o discutir la realidad. Las leyes no siempre lo han entendido así. Miremos, por ejemplo, en 1931 y veremos que, aunque se reconocía la libertad de expresión en la República, en sus últimos años este derecho se vio constreñido, por ejemplo, por la ley de defensa de la república, instrumento de control e intervención en la libre actividad periodística o incluso por la ley de orden público de los últimos tiempos en que los gobiernos conservadores y el Frente Popular impusieron la censura previa a través de estados de excepción. En 1937, con Franco, aparecen normas de censura y depuración. La ley de 1938 indicaba que “incumbe al Estado la organización, vigilancia y control de la prensa periódica”. El periodista era un “apóstol del pensamiento y de la fe de la Nación y un digno trabajador al servicio de España”. Con esas premisas cualquiera abría la boquita para dar una opinión poco concordante con la oficial. Pasaron los años y algo pareció cambiar cuando llegó, en 1966, la llamada “Ley Fraga” flexibilizando en parte la censura previa que seguía existiendo. Se trataba de hacer arreglos que la sociedad española empezaba a demandar al sentirse más crítica con el sistema. Se seguía insistiendo en que aquellas publicaciones que no comulgaran con el Movimiento serían secuestradas, pero se hablaba de libertad de expresión, de empresa y de elección de directivos de los medios, aunque la realidad era más tozuda. Hasta 1975 se impulsaron cerca de mil expedientes sancionadores contra periódicos y revistas, lo que ya deja claro que la sombra de la ley, la censura e incluso la justicia, sobrevolaba la acción periodística. Con la Constitución del 78 se abrieron las espitas y el ejercicio periodístico pasó a tener esa libertad total que nunca debió dejar de disfrutar. Aquí debería acabarse el cuento, pero faltaba ese nuevo giro cíclico de la historia. El vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, nos asombra reclamando “elementos de control” sobre los medios de comunicación atacando su credibilidad y alegando que pertenecen a grupos... ¿que no le son afines? Se diría que esto nos retrotrae a tiempos pretéritos y nos deja bastante perplejos. Sin embargo, la prensa ha de ser libre sin cortapisas de ningún gobierno. Ya nos encargaremos los ciudadanos de otorgarle nuestro beneplácito o no. Igual que a los políticos. Deberían no olvidarse de nuestros votos.

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