La percepción del virus

    02 ago 2020 / 11:54 H.
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    Tal vez sea solo especulación o simple escenario teórico: a mi juicio, la sociedad de hoy, la andaluza y también la más cercana de Jaén se encuentra sumergida en un mundo de dialécticas diabólicas que dan visibilidad a una suerte de esquizofrenia colectiva, no solo en lo que concierne a las desigualdades que nacen de las decisiones humanas sino del advenimiento de otros relámpagos apocalípticos que sufrimos. Me pregunto, acaso de forma estúpida, ¿por qué, cómo es posible que por un lado nuestra RAE lleve reflexionando durante más de diez años sobre si es adecuado o no poner una tilde a la primera vocal de la palabra “sólo”, y por otro lado nos sobrevenga esa velocidad vertiginosa de la pandemia que solo en pocos días ha producido cientos de miles de fallecimientos?. Se me objetará que ninguna relación existe entre uno y otro fenómeno, como también resulta inexistente la relación entre un ciudadano del barrio de la Merced, en Jaén, y otros ciudadanos en Mali o en Florida, salvo ostentar la condición de hombres o mujeres. Pero yo no hablo de concurrencia real de causas, sino de percepciones, de captaciones de la realidad de quienes más sufren, de quienes están más desprotegidos. He oído en tertulias casuales cómo se planteaban interrogantes y se respondían con otra lógica que la que yo he referido sobre la percepción: “¿por qué, en este tiempo existen ricachones que pueden irse a tomar unas cervezas a la luna pero todavía no se ha inventado una vacuna?, ¿ por qué se amontonan en campos de refugiados los más vulnerables a esta maldición del virus?, ¿por qué en esa estrategia del cambio climático se presta más atención a una siembra silvestre de manzanilla, que a mis hijos que pueden estar amenazados de hambre?”. Respuesta: siempre hubo ricos y pobres. Tanto las preguntas como las respuestas a las mismas son de una evidente simpleza. En el fondo, lo que subyace es una percepción de la desigualdad, mal aplicada en ocasiones puntuales, pero real, en la medida en que no todos los humanos contamos con los mismos medios de defensa frente una amenaza real que a todos afecta. Para si nos llega el desconfinamiento, me atrevo a sugerir dos lecturas distintas para creyentes y no creyentes, o ambas a la vez: La Carta de San Pablo a los Efesios, singularmente en lo que atañe a la universalidad de la salvación que no es privilegio de los judíos sino que abraza por igual a todos los hombres, independientemente de su pasado y de su historia. Para los segundos sugiero la lectura de Karl Marx sobre el concepto de plusvalía que a mi juicio no se ha extinguido sino que se ha modificado y subsiste de unas sociedades capitalistas sobre otras.

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