La palabra dada...

    16 mar 2021 / 10:32 H.
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    Ghandi decía que “la felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace, están en armonía”. Pero, el pensamiento y la palabra, en estos tiempos, cotizan a la baja. Y, por ende, la armonía es un valor que se bate en retirada y se esconde en pequeños círculos sin influencia. El “te doy mi palabra”, o el estrechar la mano del otro, solían ser promesas morales de obligado cumplimiento. Sin escritos, sin notarios, incluso sin testigos. Era el valor de la palabra dada. Hoy los acuerdos informales son papel mojado. Pero también lo son los escritos, los pactos políticos refrendados por representantes de la soberanía popular que saltan por los aires sin vergüenza, sin ningún tipo de trabas para cambiar de opinión, aunque ésta sea radicalmente contraria a los propios valores. “Tengo unos principios —decía Groucho Marx— pero si no le gustan..., tengo otros”. Y eso está ocurriendo con la política y con los políticos —casi todos— que devalúan los principios, la palabra y la fe de sus votantes. También decía Groucho que “la política es el arte de buscar problemas, de encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar remedios equivocados”. Nos hemos cargado las ideologías y los principios. ¿Nos extraña que haya una juventud tan descreída?

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