La otra soberbia

    12 abr 2021 / 09:46 H.
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    Aveces es conveniente recordar los pecados que envilecen a la gente frente a los demás y uno de ellos es la soberbia. Algunos personajes la llevan innata, si la entendemos como la valoración de uno mismo por encima de los demás, pero ese sentimiento de superioridad para presumir de las cualidades o ideas propias menospreciando las de los otros también puede ser adquirido con el tiempo por razones sobrevenidas. En mis años de experiencia municipal he tenido la oportunidad de conocer a algunos que ostentaban el cargo temporal de concejal, elegidos por los ciudadanos, a los que se deben, que adquirieron la citada soberbia en el mismo momento de su elección, pero son peores los que después de dos o tres mandatos se creían más inteligentes que nadie, con más poder que nadie y que estaban por encima del bien y del mal, y libertad para hacer de su capa un sayo o peor de la capa de los demás, el Ayuntamiento, usado en su propio beneficio. No lo voy a negar, yo los he sufrido, pero aquí sigo y con libertad para dar mi opinión públicamente, en algún momento José de San Martín, el Libertador, dijo que “la soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”, al final ese yo especial les puede hundir, y peor, arrastrar a otros inocentes con él.

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