La oración del ciprés

    30 oct 2020 / 16:41 H.
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    Escribía el escritor catalán que “Los cipreses creen en Dios”. Efectivamente, la mirada erguida del ciprés siempre está mirando al cielo, y cuando se mira de esta manera, se supone que la oración forma parte indivisible de su creencia hacia el Creador de todas las cosas, incluida esta humanidad, que como barco sin rumbo va a los arrecifes del naufragio. El ciprés, como las figuras hierática del Greco, esto es, la pintura al óleo que más que pigmentos son oraciones dedicadas a lo excelso. El ciprés, junto al abanico frondoso de la palmera, fueron, y lo siguen siendo, árboles que le dieron prestancia, respeto y seriedad a Jaén. Ahí tenemos los cipreses del Portón de los Leones y ese mundo arbóreo de las palmeras, últimamente aniquiladas por el escarabajo picudo. Esta postal jaenera representa al ciprés y la palmera que abrazaban los entornos y contornos de la maravillosa Senda de los Huertos, la gran admiración e inspiración de poetas y pintores. Los cipreses del cementerio son las plumas estilográficas que escriben todos los días las crónicas silenciosas de estos campos santos, donde descansan los osarios de aquellos que nos dieron la vida, pero que un día se fueron a la ruta de las estrellas, y desde allí nos siguen mirando con el mismo amor que lo hicieron con nosotros aquí en la Tierra.

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